Todo sucedió el pasado 17 de febrero cuando le vacunaron de primera dosis con Pfizer, como parte del colectivo sanitario de primera línea. «Al día siguiente tuve síntomas muy leves: molestia en el brazo, febrícula ocasional, quizá estaba algo cansado. Era, en apariencia, una reacción vacunal». Y eso era lo que le dijeron en el centro de salud, una vez hecha la consulta telefónica.
Sin embargo, «yo empezaba a tener serias dudas porque me duraron cuatro días, y me hice un test de antígenos y una PCR». Ambos resultaron positivos. El doctor Albertí ya debía incubar la COVID cuando le vacunaron.
Nueve días después de ponserse la dosis, y ya confinado como contagiado, reaparecieron los síntomas. De nuevo tuvo febrícula, un cansancio intenso «como no he conocido en mi vida» y algo de tos. «La temida tormenta de citoquinas por hiperreacción de mi sistema inmune, hacía acto de presencia», relata.
Tuvieron que pasar 15 días y una llamada diaria al centro de salud, para que le viera a domicilio una Unidad Volante de Atención al Coronavirus (UVAC). «Ellos fueron chapeau», asegura, pero le diagnosticaron una neumonía bilateral, «un mazazo absoluto. Estaba bien pero plenamente consciente de que en pocos días podía estar ingresado».
Por suerte, a las 48 horas empezó a mejorar y el 7 de marzo recibió el alta tras 21 días de iniciar los síntomas. Ahora está pendiente de realizar un TAC torácico para comprobar que no haya fibrosis pulmonar, aunque el escenario es optimista.
Pasada la experiencia y a su pesar, dice que el sistema falla gravemente. «No se puede, en mi humilde concepto de la medicina, tener a una persona enferma 15 días sin verla físicamente», comenta. «Yo he sido disciplinado, me he puesto en manos de los servicios de salud públicos y he seguido todas las indicaciones pero, pese a mi insistencia, solo me vieron tras 15 días de evolución y ya con una situación clínica de neumonía bilateral. Es inaceptable».
Por otra parte, el doctor Albertí considera «un escándalo», el protocolo de vacunación de Balears porque se ha denostado a los profesionales de las clínicas privadas. «Pasamos nuestros listados de personal en enero. Se nos dijo que habían tenido problemas con los listados, que a la semana llamarían y pasó un mes y medio», explica. «Hubiera podido fallecer por decisiones que no sé cómo calificar, y me dijeron que había sido mala suerte».
4 comentarios
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Señores, que el que "cuenta su viacrucis" es un médico. No me parece a mi que esté tan desprotegido y desamparado como pretende parecer. Yo no soy del "ramo sanitario" pero si que me gustaria saber "la otra versión". SALUD Y VACUNAS PARA TODOS Y . . . PRONTO.
@Nickname. Me temo que, por desgracia, no veremos ninguna consecuencia. Aquí nadie se hace responsable de nada. Se atribuirá a una concatenación interestelar de circunstancias no previsibles. Al tiempo...
A los sanitarios de la privada nos han discriminado. Primero personal de la pública, con gerentes y demás jefes vacunados en enero, después los que trabajamos en la privada. Espero y deseo que algún día se revise el desastre que ha habido con las listas de vacunación del personal sanitario. En mi caso tuve que llamar en reiteradas ocasiones, hasta que alguien se dió cuenta de que había un error, entonces vacunaron a todo mi equipo.
Con toda la razón del mundo. Me hierve la sangre cada vez que veo que se vacuna un político o un obispo (como el de Mallorca) cuando no le toca, porque deja sin vacuna a alguien que lo necesita como una persona mayor o una persona que trabaja en primera línea para que esto no vaya a peor. ¿Para cuando veremos consecuencias para los que han hecho esto?