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Cayó el toque de queda y volvieron los botellones. Un millar de jóvenes, la mayoría de ellos turistas alemanes, tomaron en la madrugada de jueves al viernes la Playa de Palma, en la zona de los balnearios, y montaron sonadas fiestas con alcohol, música y sin mantener la distancia de seguridad. De las mascarillas, todavía obligatorias, no hubo ni rastro.

En los últimos días, la Policía Local de Palma había detectado un incremento de las fiestas callejeras ilegales en la Playa de Palma, en el paseo principal junto a la arena.

Descontrol

Sin embargo, la decisión del Tribunal Supremo de revocar el toque de queda espoleó, el jueves por la noche, a cientos de jóvenes, que se fueron congregando cerca de sus hoteles, provistos con cubos cargados de cerveza. Muchos de ellos llevaban aparatos de música y en poco tiempo la situación se descontroló.

Los vecinos, alarmados, empezaron a llamar a los servicios de emergencia y el cuartel de San Fernando, ya de madrugada, decidió intervenir. Envió a la zona a treinta agentes y varios mandos, que decidieron actuar como se suele hacer en estos casos: ir desalojando a los jóvenes de forma paulatina, sin movimientos bruscos.

Patrullas y motoristas del 092, formados en línea, fueron «barriendo» –en argot policial– a los muchachos que bailaban en la calle o bebían sentados en el suelo, en corrillos.

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Los policías se quedaron sorprendidos del elevado número de participantes en el macrobotellón y de que no mantuvieran las precauciones elementales contra la COVID.

El dispositivo finalizó una hora después con éxito y los veraneantes regresaron a sus hoteles, sin que se registraran incidentes significativos. Algunos, a esas horas, ya estaban muy perjudicados por la ingesta masiva de alcohol.

Para este fin de semana, tras la «explosión» de ayer, la Policía Nacional se ha sumado al dispositivo de vigilancia, en un operativo conjunto con el cuartel de San Fernando, y ha movilizado a el Grupo Alazán y las brigadas de Seguridad Ciudadana (UPR, GOR y motos).

La Guardia Civil también está en alerta en su demarcación costera y la Policía Local de Calvià se adelantó ayer a los posibles botellones clandestinos y ya desplegó patrullas que identificaron de noche a numerosos jóvenes.

El peligro es que con tantas aglomeraciones descontroladas se disparen de nuevo los contagios de coronavirus. Y todo eso a las puertas del verano.