Afincado en Palma y dedicado a la hostelería desde bien joven, acumula la sorprendente cifra de 263 donaciones y su reto es llegar a las 300. «Es solo una meta que me propuse hace dos años porque tengo problemas en el brazo, pero seguramente no pararé. A veces pienso que, cuando deje de donar, lo pasaré fatal. No te puedo decir cómo sería mi vida cuando ya no venga por aquí. Pero será muy duro». Se refiere a su tercera casa, el Banco de Sangre y Tejidos. Acude aquí al menos una vez al mes. La última donación fue el día 20 de mayo. La próxima cita será el 10 de junio. Por su condición sanguínea y su férrea contribución al Banco, lleva un tiempo aportando plaquetas mediante aféresis, una técnica que, al extraer la sangre del paciente separa las plaquetas de otros componentes. Se tarda aproximadamente 40 minutos en finalizar el proceso y Juan reconoce que, a veces, «se hace pesado pero con esta técnica puedo donar más», confiesa.
La familia
«Mi hermano mayor ya donaba, mi hermana pequeña también y sobre todo mi referente en esto ha sido mi madre. Ella nos introdujo en esta acción solidaria». Una de las conversaciones más recurrentes entre madre e hijo es: «Juan, has ido a donar?». «Mi madre me echa la bronca, y mi hermana se ríe porque anoto las donaciones».
Preguntado por si se puede imaginar una vida sin donar, niega con la cabeza. «Cuando dono es un orgullo. Me siento bien y no cuesta nada ayudar a otra gente. No sabría cómo sería una vida sin donar». Una vez Juan hizo «un doble». Eso es que le sacaron más plaquetas por aféresis de lo habitual. En otra ocasión, recuerda que se mareó cuando vio la sangre de su hermana viajando hacia la bolsa. Y en la pandemia, se sorprendió al verse, algunos meses, «solo en estas camillas».
Juan también está apuntado como donante de médula, algo que ya, por su edad, no podrá cumplir. Y a veces dedica su tiempo a otras entidades como voluntario. «¿Y por qué eres donante, Juan?», a lo que responde: «porque me viene de casa, porque no cuesta nada, porque me siento orgulloso y me beneficia». Sus periplos por el Banco de Sangre y Tejidos los cuenta en su página de Facebook. Ahí muchos seguidores le admiran, pero él admira en sí lo que provoca cada vez que entrega sangre. «Todos me lo agradecen y la verdad que sí, que estoy orgulloso».
Ahora su reto lo marca en 300 donaciones en unos tres o cuatro años. Un año hizo doce donaciones, pero dos estuvo sin pisar el centro. Cada mes es decisivo, pero siempre acude a la cita.
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