Una mujer, en su casa encerrada en la tercera semana de estado de alarma.  | Fernando Villar

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Hay que sacar algo que nos pueda aportar mucho en una situación compleja. Es el consejo que plantea la psicóloga clínica del Hospital Son Espases Luisa Mestre a las personas que viven o van a vivir un confinamiento por la COVID-19. Porque las cepas evolucionan, los encierros se mantienen y existen herramientas para no caer en la rutina indeseada, descontrol en nuestros hábitos o experimentar síntomas como ansiedad o estrés. Algunos psicólogos proponen ejemplos que ayudarán a sobrellevar el tiempo encerrados en casa sin apuros.

«Los síntomas más frecuentes son la ansiedad, las alteraciones en los hábitos alimentarios y un incremento del consumo de tabaco o estimulantes como el alcohol», explica Luisa. Así, la profesional aconseja mejorar el descanso, que contribuirá a conseguir una rutina saludable en los días de encierro. Otra de las herramientas para prevenir la aparición de problemas emocionales en el confinamiento es apostar por la tecnología, en cierta medida. Como apunta la psicóloga, «hay muchas páginas y aplicaciones para relajarnos o hacer ejercicio desde casa. Incluso para dormir, así evitamos tomar pastillas como alternativa».

Por su parte, el psicólogo y vocal de clínica y salud del Colegio de Psicólogos de Balears, Antonio Riera, destaca que otro de los síntomas más frecuentes del aislamiento por COVID-19 es el estrés. «Es un problema que impide al enfermo concentrarse, dormir bien o le hace estar irritable». Con ello, lamenta que haya gente que «solucione estos problemas emocionales con sustancias no adecuadas» y no acudiendo al psicólogo. Como herramienta, Riera apunta a organizarnos la agenda y no perder el contacto con nuestras actividades: «Para mucha gente, estar confinados y hacer teletrabajo es hacer malabares con su vida. A efectos emocionales, sufren un impacto».

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Agotados

Los psicólogos consultados por este periódico aseguran que la mayoría de sus pacientes han verbalizado estar agotados por esta situación. «Todos pensábamos que esto sería algo corto pero no se acaba, siguen los confinamientos y, por otra parte, están las bajas laborales», responde la psicóloga Luisa Mestre. También reconoce que cada vez hay menos volumen de peticiones por casos graves relacionados con el contagio, como sí sucedía en las primeras olas de contagios. Esta fue, a principios de 2020, la problemática número uno, mientras que ahora ha dado paso a síntomas más emocionales como resultado del «agotamiento» de la situación.

Así también lo considera Antonio Riera, quien constata esta imagen en las consultas privadas. «Sí que es verdad que ese miedo se ha visto más en personas con mayores a su cargo», considera. La recomendación que añaden ambos especialistas es evitar, en cierta medida, la información constante sobre la pandemia. En este contexto, la ansiedad, apostilla Mestre, «vendría dada de estar muy pendientes de las noticias que escuchamos y hay que limitarlas porque todo eso hace que no desconectemos de nuestras preocupaciones».

Todo ello, junto con las alteraciones en la alimentación, el consumo del tabaco o distintos estimulantes en el periodo de aislamientos, entre siete y diez días, repercuten negativamente no solo en las emociones sino en el descanso. Por ello, ante la experimentación de estos síntomas, los psicólogos aconsejan acudir a consulta. ¿Hemos aprendido algo de los primeros confinamientos? El experto Antonio Riera considera que «hemos aprendido poco o nada a nivel de gestionar la pandemia». Sostiene que las normativas que se han ido mutando han tenido un efecto negativo sobre nosotros, ha generado cansancio y además «una desconfianza hacia las instituciones».