¿Cuándo es necesario un trasplante de riñón?
— Siempre que alguien tenga insuficiencia renal crónica terminal, que es cuando el riñón deja de funcionar, independientemente de la edad. Entre los más jóvenes suele ser por patologías hereditarias y, a medida que entramos en la edad adulta, está relacionado con los factores de riesgo cardiovascular, como la diabetes o la hipertensión.
¿Cualquier paciente es apto?
— Prácticamente todo el mundo. Desde el punto de vista de receptores hay pocas causas para descartar, básicamente sería por un cáncer, porque un trasplante podría empeorar el pronóstico, o porque haya un problema quirúrgico con alguien a quien no se le pueda hacer una cirugía. Con el donante pasa más o menos lo mismo.
¿Cómo funciona la lista de espera para los trasplantes?
— España tiene una organización nacional de las mejores del mundo. Las listas de espera son de cada hospital, pero luego hay un sistema autonómico y nacional de pacientes con problemas de compatibilidad que se ponen en una lista común para aumentar sus probabilidades.
¿Cuál es el porcentaje de éxito entre los trasplantados?
— El trasplante es el mejor tratamiento, con diferencia, pero nuestro handicap es que no todo el mundo tiene donante. La supervivencia es prácticamente diez veces mayor a cualquier diálisis. Dentro del trasplante de riñón ha mejorado mucho la supervivencia del primer año. Hace 20 años era sólo del 50 % y ahora hemos pasado al 97 %. El paciente que pierde el riñón el primer año es porque es más complicado y entra dentro de lo que puede pasar. El problema es a largo plazo porque no ha mejorado pese a los nuevos tratamientos inmunosupresores. La batalla de la investigación es entender por qué no duran toda la vida y vuelven a la lista de espera. Una de las causas es la poca adherencia al tratamiento. La gente vuelve a recuperar su vida normal, que es lo que queremos, pero al cabo de los años, no sigue bien el tratamiento.
Ya se habla de trasplantes porcinos, ¿es viable?
— Hace 40 años que estamos detrás de esta alternativa, y las tres experiencias que hay son extraordinarias, pero todavía hay limitaciones para llevarlo a cabo. En el trasplante de órganos de animales queda mucho para entender cómo evitar el rechazo.
Tienen el encargo de investigar la respuesta inmunológica a la vacuna en trasplantados...
— Hay que ver la respuesta protectora de la vacuna para el SARS-CoV-2 en los trasplantes en general porque toman un tratamiento inmunosupresor y tienen las defensas más bajas. De momento sabemos que deben ponerse los recordatorios, pero no cada cuánto. Pierden la respuesta inmunitaria antes.
¿Les ha afectado la pandemia?
— Mucho. Fue un desastre, sobre todo en 2020, hubo una caída del 35/40 % de trasplantes, las UCI estaban ocupadas por COVID, lo que impedía tener otros tipos de pacientes, que son los donantes. Por suerte se ha ido recuperando, aunque no estamos a niveles de 2019.
¿Hay pacientes que renuncien a hacer la diálisis en casa por el precio de la luz?
— No nos lo han pedido, pero es uno de los problemas que nos podemos encontrar, un efecto colateral más, y otro de los motivos para trasplantar porque es mucho más económico que cualquier diálisis.
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