Miquel Segura. | Jaume Morey

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Miquel Segura, escritor y colaborador de este periódico, publica Dos xuetons vells (LleonardMuntaner), un libro de pequeño formato, pero muy importante para el autor. Firmará ejemplares este jueves en la Fira del Llibre de Palma, en el Passeig del Born: a las 17.00 horas, en el estand de Embat y a las 18.00, en el de QuartCreixent.

Decía que era un libro pequeño pero muy importante. ¿Por qué?
—Surgió de una conversación con Lleonard Muntaner quien, en cierta manera, me lo sugirió. Es una obra querida porque salió del corazón. He descubierto, puede que demasiado tarde, que la mejor manera de contar aquello que te duele es la ficción.

El volumen se nutre de conversaciones entre dos viejos amigos, Gaietà y Bernat, dos ‘xuetons vells' como el propio título indica.   
—Sí, el libro contiene una larga conversación en la que dos amigos xuetons hablan de su mundo pasado al tiempo que contemplan ya un futuro de ocaso. Gaietà y Bernat no son tan diferentes. Creo que al final, que no revelaré, eso queda claro.

Portada de ‘Dos xuetons vell's.

Gaietà se siente incomprendido por haberse convertido al judaísmo de mayor. A veces siente que lleva una doble vida. ¿Es un alter ego suyo?
—No exactamente. Los dos protagonistas sienten y expresan ideas mías y otras que no lo son. La sensación de vivir una doble vida sí que la tengo, efectivamente, desde que volví al judaísmo y es algo muy difícil de llevar. Siempre en la vida, incluso mucho antes de volver y conseguir ser reconocido como judío, he tenido que preguntarme quiénes eran en realidad ‘los míos'. Soy un ser inclasificable, eso seguro, pero por encima de todo soy y me siento un judío deMallorca. Es decir, un xuetó.

Cuenta la historia de Mariana Pinya, que emigró a Argentina para casarse, pero tuvo que volver porque la familia de su ‘prometido'se negó a casar su hijo con una xuetona.
—Es un caso auténtico, aunque el nombre es ficticio. Muchos xuetons emigraron para huir no solo de la pobreza, sino del desprecio de los otros mallorquines. He comprobado a través de las narraciones de sus descendientes cómo los emigrantes xuetes ocultaban su condición. Debe haber miles de descendientes por todo el mundo cuyo origen es todavía desconocido. Por suerte, las redes sociales contribuyen a la información y a la aclaración.

Bernat cuenta que sufre discriminación por ser xueta.   
—Todos esos episodios son auténticos y corresponden, afortunadamente, a una época superada, aunque no del todo. Seguimos siendo una minoría, tanto los que estamos ya en el judaísmo como los que todavía se empeñan en un olvido que no conseguirán si no parten de una actitud positiva. A veces me da escalofríos el desconocimiento que tienen algunos xuetes de su pasado, deberían querer saber más de nuestra historia. Después podrían asumir su identidad como quisieran. Cortar las raíces es la muerte del árbol. Claro que es un drama que afecta a todos los mallorquines, no solo a los xuetes.   

También hay una crítica a la religión, a su burocracia.
—Sí, hay una dura crítica contra aquellos que administran el legado del judaísmo desde la burocracia y la exclusividad. Y todo eso lo digo yo, que he ejercido durante cuatro años el cargo de vicepresident de la Comunitat Jueva de Balears. En todas las religiones el problema son los administradores.Respecto al papel acreditativo, no es más que otra forma de burocracia. No se necesita ningún documento para ser y sentirse judío, pero, como dice Gaietà, puedes saber conducir un coche, pero sin carnet no podrás ir a ningún sitio.