Marta Puxan, en el claustro del Ramon Llull.    | Pilar Pellicer

TW
2

La menorquina (aunque nacida en Palma en 1980) Marta Puxan lidera el proyecto Ocean Crime Narratives, el primero de la UIB que ha obtenido una ayuda Consolidator Grant del Consejo Europeo de Investigación (European Research Council): dos millones de euros. Cabe decir que Massimiliano Zanin, del Institut de Física Interdisciplinària i Sistemes Complexos (IFISC, también participado por la UIB), ha obtenido otra ayuda del mismo organismo.     

Entre otras universidades, ha sido profesora e investigadora postdoctoral Marie Curie en Harvard, ¿por qué decidió investigar en la UIB?
— Tenía muy claro que quería regresar a Balears y en la UIB    he encontrado un contexto muy favorable a los temas que estoy trabajando.

¿En qué consiste su proyecto de investigación?
— En abrir una reflexión sobre la criminalidad y los delitos medioambientales, iniciar un debate sobre qué consideramos delito o no en este ámbito, sus concepciones, delimitar sus fronteras desde diversos puntos de vista, no siempre estrictamente jurídicos. Me interesa abordar el problema de definición en la legislación ante la destrucción del medio ambiente y, en especial, del medio marino.

Hay aguas territoriales, aguas internacionales, pero parece que en el mar las competencias no están del todo claras.
— En el mar hay regulaciones internacionales, pero ¿qué pasa con los fondos marinos? ¿De quién son competencia? ¿No debemos protegerlos? Existen tratados internacionales respecto al mar, pero, como en otros casos, hay estados que los suscriben y otros que no quieren saber nada. ¿Cómo incide esta situación en los daños ambientales, en la criminalidad medioambiental?   

Lo que se tiene claro en el medio terrestre, en tierra firme, no se tiene tan claro en el marino.
— Es un espacio inmenso, pero es líquido y no puedes asentarte en él. Por ello presenta dificultades en su gestión y genera múltiples ideas sobre cómo controlarlo. Incluso ha sido y es un espacio de piratería. En este escenario tan particular, la cuestión de los delitos medioambientales    en el mar sigue siendo muy difusa. Pese a esta inconcreción, el mar ha sido y es claramente un espacio natural, histórico, cultural, económico. También ha sido y es un espacio colonial, de abusos y vulneración de derechos humanos. En el mar se hacen leyes, pero también se hacen trampas.

¿Cómo va a abordar el proyecto?
— Vamos a estudiar un corpus cerrado de 80 textos. Por un lado abordaremos narrativas de la literatura y el cine –documental o no– y, por el otro, analizaremos narrativas multidisciplinares: informes científicos, textos legales internacionales y estudios sobre determinados problemas. Todo este trabajo será realizado por un equipo de expertos en criminología medioambiental y en oceanografía.

¿Cómo será ese equipo?
— Además de yo misma, haré dos contratos predoctorales, tres contratos postdoctorales y otra persona me ayudará en la gestión.

¿Y cómo se van a plasmar los resultados?
— Haremos un informe final para instituciones y organizaciones, reflejando los puntos más polémicos y conflictivos respecto a la criminalidad medioambiental en el mar, y destacando dónde hay más divergencias. No sólo eso. A partir del proyecto de investigación tienen que surgir dos tesis doctorales, dos números especiales de revistas científicas y dos libros, además de la organización de diversos congresos.

Así se explican los dos millones de euros.
— Sí, es un proyecto de cinco años de duración y sólo la organización de los congresos, con la participación de expertos internacionales, va a ser costosa económica y logísticamente.

¿Era la primera vez que se presentaba a una ayuda Consolidator Grant?
— No, ya lo hice en 2017 y en 2019. Lo que ocurre es que cada vez fui refinando más el proyecto. Volví a presentarlo en 2021 y en esta ocasión me han concedido la ayuda.

Un nivel muy alto, muy exigente...
— Sí. Es una ayuda muy dotada económicamente porque persigue la excelencia en la investigación. No te exigen que propongas soluciones, sino abrir caminos que el legislador o un responsable pueda tener en cuenta en el futuro.

¿Cómo recibió la noticia de que le habían concedido la ayuda?
— Estaba en Lisboa haciendo estudios oceánicos y la recibí por correo electrónico. Vaig pegar un bot ben gros. Es un privilegio poder realizar esta investigación rodeada de personas expertas.

¿Cómo valora recibir una ayuda de este volumen para una investigación científica, siendo doctora en Humanidades?
— Este aspecto me hace mucha ilusión. Es una manera de poner en cuestión la separación drástica entre ciencias, humanidades y artes. Deben trasvasarse.