Imagen de la aplicación de Tinder.

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Tinder ha revolucionado la forma de ligar en Baleares, pero ha supuesto nuevos peligros. Aunque la empresa no ha facilitado datos sobre el número de usuarios que tienen en las Islas, sí ha precisado que está disponible en 190 países y más de 40 idiomas y ha sido descargada más de 530 millones de veces, dando lugar a más de 75.000 millones de 'matches' (cuando dos personas se dan me gusta) en los diez años de vida que cumple ahora. Sin lugar a dudas, se trata de un antes y un después en las relaciones y, aunque se pueda pensar que está más destinada a la gente joven, los datos demuestran que no es exactamente así: más del 50 % de los usuarios tienen entre 18 y 25 años, pero el resto son personas más mayores.

La psicóloga Margarita Paris, perteneciente al Grupo de Trabajo de Psicología de Igualdad y Género del Colegio Oficial de Psicólogos de las Islas Baleares (COPIB), explica que «las aplicaciones de citas han cambiado la manera que teníamos de relacionarnos en busca de pareja. Especialmente desde la pandemia y con las restricciones, se ha normalizado el uso de este tipo de plataformas para conocer gente. Las redes sociales y las aplicaciones para ligar han pasado a formar parte de nuestra cotidianidad».

La psicóloga Marga Serra, miembro del Grupo de Trabajo de Psicología de Igualdad y Género del COPIB, también considera que Tinder ha «cambiado totalmente» la forma de cortejar. «Antes, la gente para ligar salía de fiesta y el contacto era muy diferente porque tenías que entablar conversación; aunque la primera impresión era el aspecto físico, influían muchos factores. Ahora, con Tinder te fijas en una foto, no conoces nada más. Se ha vuelto todo mucho más frío; entablas conversación a través de una aplicación que te da cierto anonimato y, a la vez, tú no sabes quién está detrás de esa pantalla. También se pueden decir muchas mentiras, poner fotos falsas… está todo un poco más oculto. No obstante, se profundiza más porque hay usuarios que antes de la primera cita han tenido cierta conversación y se conocen más».

Uno de los usuarios de Tinder ha conseguido un 'match'; es decir, una persona a la que él le ha dado me gusta también se lo ha puesto a él.

De Tinder a la consulta

Los psicólogos ya atienden en sus consultas casos de problemas derivados del uso que se le da a Tinder y muestran su preocupación por este nuevo escenario. Paris señala que «hay personas que con el uso de este tipo de aplicaciones han sufrido situaciones de rechazo y esto ha afectado a su autoestima. El fenómeno del ghosting (cesar toda comunicación y contacto con una pareja), bastante habitual en este tipo de entornos virtuales, también puede generar mucha frustración». Serra expone que «un caso real que yo tuve en consulta era de un chico que conoció a otro por Tinder, estuvieron unos meses hablando pero no quería quedar y descubrió que esas fotos pertenecían a otra persona, eran de un modelo. Ese engaño repercutió a nivel emocional en el paciente de una manera importante porque básicamente se sentía mal por haber sido tan ingenuo y permitir que le engañaran de esa manera».

Problemas concretos que puede provocar Tinder

Serra deja claro que la aplicación en sí no es la que crea los problemas, sino el uso que se hace de ella y si la persona en cuestión puede tener algún tipo de trastorno. «El problema es que estamos en una dinámica de ‘usar y tirar'. Miro la foto, no me gusta; otra foto… y es como algo muy consumista. Se ha facilitado el ligar, pero se ha perdido la ilusión. Ahora, tal vez, es más fácil. Cuando quedas con una persona por Tinder ya das por hecho que quiere algo contigo. Si no tienes sexo en la primera noche, sabes que tarde o temprano caerá; no has tenido que ligarte a esa persona porque sabes que desde el momento que queda contigo ya lo has hecho. Va todo mucho más rápido, se está perdiendo esa magia del momento y estamos entrando en una manera de ligar muy consumista». Además, subraya que «la gente no se toma tan en serio esos ligues, hablan con cuatro o cinco a la vez; esto antes no era tan fácil». Por su parte, Paris resume que «muchas de nuestras relaciones sociales han pasado de ser presenciales a ser virtuales y, con ello, nos hemos vuelto más solitarios. Para algunas personas esto puede llegar a desencadenar problemas como ansiedad social, problemas de comunicación, de autoestima, depresión, etc.».

La adición es otra de las consecuencias que pueden sufrirse. En este sentido, Paris apunta que «hay que tener en cuenta que este tipo de aplicaciones pueden llegar a resultar muy adictivas, por la recompensa inmediata. Su uso excesivo puede crear una sensación de urgencia en las relaciones. También podría tener consecuencias como la imposibilidad de centrarse sólo en una persona y la inmediatez de querer llegar a 'algo más'». Por su parte, Serra insiste en que «Tinder en sí no tiene por qué ser adictivo. El problema es que si tú tienes una necesidad muy grande de encontrar pareja y una carencia emocional importante puedes terminar obsesionándote porque lo que te presenta es un catálogo que te permite encontrar pareja más fácilmente». En este punto, precisa que «puedes obsesionarte con la búsqueda, pero no es un problema del Tinder. La diferencia con otras aplicaciones de citas es que es más rápido y está más a mano y eso facilita la adición; es más automático, hay más gente conectada al momento».