Anna Miñarro, psicóloga clínica.

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Anna Miñarro (Barcelona 1959) es psicóloga clínica. Activa colaboradora de la asociación de víctimas de la Guerra Civil y el Franquismo, Memòria de Mallorca, Anna Miñarro habla sobre la reparación de la memoria, la defensa de los derechos humanos y los victimarios, descendientes de los delatores y asesinos que empiezan a alzar la voz para condenar a sus ancestros.

¿Considera que la apertura de la fosa de Porreres y posteriores ha tenido un papel importante para que los victimarios rompan el silencio?

—La apertura de la fosa de Porreres y posteriores, pero sobre todo la constancia de las entidades memorialistas como Memòria de Mallorca, han tenido un papel no sólo importante sino definitivo para que algunos victimarios, muy pocos, empiecen a poder hablar y a ser escuchados. Es decir, que fue preciso que los represaliados y los familiares de represaliados empezaran a romper el silencio de manera continuada para que victimarios de segunda o tercera generación se atrevieran a pedir ser escuchados.

¿Cree que es un fenómeno que irá a más?
—Podría ir a más, pero de manera muy lenta hasta que la sociedad a través de las instituciones y los gobiernos no se implique auténticamente. Una sublevación militar y una guerra posterior tan cruenta, es decir una catástrofe social o un holocausto como debemos llamar a lo sucedido en el estado español desde 1936 y a lo largo de los 86 años posteriores, hasta hoy, hizo que los ciudadanos que consiguieron sobrevivir dentro del régimen actuando como vencedores fueran los más oportunistas y los que presentaban más dificultades en su estructura psicológica y manifestaran actitudes vinculadas a la psicopatía. Por tanto, podríamos afirmar que la mayoría de los ancestros de los que hoy podemos llamar victimarios podemos ubicarlos en la categoría de personas frías, incapaces de ponerse en el lugar de los otros, incluso de aquellos que forman parte de su círculo social (esposa, hijos, etc.) Es por ello que las generaciones siguientes han recibido un peso importante en la construcción de su psiquismo porque provienen de acontecimientos violentos, como sería el caso, y en consecuencia traumáticos.

¿Cómo llevan las víctimas y los victimarios ese proceso?
—En algunos descendientes de victimarios ha podido aparecer un exceso de negación que ha convertido el miedo en una actitud agresiva (defensiva como respuesta a un supuesto ataque). Piensan que ganaron la guerra y esto es lo que deben defender. Pero hace muy poco tiempo han ido apareciendo descendientes avergonzados que son capaces de confrontar su pasado y su historia de forma abierta. Sólo pueden aparecer cuando son capaces de tomar conciencia de la vivencia del miedo y de la relación que tiene con su propia historia, la de su familiar y la de su país y salir de la sumisión en que, también ellos, han sido colocados. Muchos de ellos y durante mucho tiempo se han ubicado en el terreno de la inmovilización, de la paralización, protegidos por el estado. Algunos de ellos, pocos, han optado por la desafiliación, es decir desmarcarse de forma pública y abierta por parte de descendientes de verdugos de la actuación de sus ancestros. La actuación de sus ancestros tiene, por tanto, efectos positivos y también negativos. Deben leer la historia, más que reescribirla o revisarla, tienen que construir otro discurso. La desafiliación tiene un recorrido diverso y muy accidentado de vulnerabilidades…. En una palabra, se convertiría en una metamorfosis. Precisan hacer una historia de su presente, aprehender aquello que ahora se les ofrece en relación con sus configuraciones anteriores y gestionar los riesgos y la gestión de sus fragilidades individuales. En relación con los represaliados las reacciones son diversas y difíciles de tramitar ya que todos han vivido el terror, el horror, el maltrato continuado ya que la persecución al que fue considerado enemigo, incluso cuando ya había sido derrotado, asesinado o desaparecido, fue anihilar a un sector importante de la población. Por lo tanto, la demanda de reencuentro es en estos momentos prematura. Será preciso realizar un importante trabajo previo, dirigido y acompañado por las instituciones.

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El acercamiento de los victimarios a las víctimas ¿es un proceso restaurativo para los victimarios, para las víctimas o para ambos?
—En el supuesto de que las generaciones de los victimarios puedan llegar a hacer el trabajo preciso e indispensable, este en realidad será restaurativo, especialmente para su salud mental, también para las generaciones posteriores de los represaliados siempre que pueda conseguirse la verdad, la justicia y la necesaria reparación.

Por primera vez el Pla de Fosses que ahora está en licitación incorpora el acompañamiento psicológico a las víctimas. Usted ejerce esa labor desde hace años de forma voluntaria. ¿Por qué empezó a colaborar con el movimiento y qué aporta?
—El Pla de Fosses actualmente en licitación, incorpora un elemento que hasta ahora había sido olvidado, es decir que debemos cuidar la salud y la salud mental de las siguientes generaciones vivas, que no han podido hacer el duelo que correspondía y a las que les es necesario poner palabras a su inmenso dolor. Mi inicio en la investigación de las consecuencias físicas y psíquicas del holocausto y el acompañamiento de familiares de represaliados se inicia a partir de mi vínculo con mi disciplina como psicóloga clínica y psicoanalista, y sobre todo con los derechos humanos que van vinculados a mi disciplina, con la escucha del horror, del terror y del dolor que han sufrido y sufren continuamente aquellos ciudadanos que desconocen el origen de su malestar y que no han podido realizar un duelo normal, y en los que éste se ha podido instalar como un duelo patológico.

¿Cómo afrontan los descendientes de los asesinados la apertura de las fosas y la recuperación e identificación de los restos. ¿Y en el caso de las fosas negadas la confirmación de las muertes de sus seres queridos?
—La apertura de fosas y la recuperación e identificación de los restos de sus ancestros forma parte de la Verdad y de la Justicia indispensable. En todos los casos, son elementos de reconocimiento del maltrato y cuando se confirma la muerte de sus seres queridos es cuando puede iniciarse el duelo indispensable y recuperar una parte de su Salud y su Salud Mental.

¿Es diferente el trato con los familiares de primera o segunda generación?
—El acompañamiento a los familiares de distintas generaciones es siempre distinto, ya que aquello que ha silenciado la primera generación, ha aparecido como un 'indecible' en la segunda. Como una especie de herencia sin testamento, es decir como un fantasma al que no se puede nombrar por desconocido, mientras que la tercera y la cuarta generación, suelen enfrentarse a un 'deber de memoria' y tiene efectos 'impensables'. Todo ello porque el maltrato y la represión producidas por la catástrofe social ha generado un trauma que es innombrable. Por ello es preciso que los horrores de este holocausto no vuelvan a repetirse y para ello es preciso actuar ante las injusticias de hoy. En relación con las generaciones siguientes de victimarios, cabe destacar una nueva voz que apareció en el año 2017. Inesperada. Y que es capaz de salir del armario y reconocer que son hijos, hijas y familiares de genocidas, especialmente aquellos que guardaron un total silencio y que nunca se arrepintieron de lo que hicieron. Algunos de sus descendientes se empiezan a enfrentar a la culpa y a la vergüenza de los crímenes de lesa humanidad y decidieron agruparse y formar un colectivo con sus propias historias, contra los imperativos del silencio y sobre todo del negacionismo personal, familiar y social. Se inició en Argentina, Chile, Brasil, Uruguay y Paraguay para evitar que tanto los verdugos que murieron como los que todavía viven no continúen en la impunidad. El 25 de julio de este año fue presentado en la Universidad Popular de Ayora, el colectivo 'Desobedientes. Familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia'. Confiaremos que este colectivo se convierta en un actor político en la historia de los grandes crímenes de lesa humanidad.