La larga cola para pedir comida en Zaqueo. | Pere Bota

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Es una Navidad fría en los comedores sociales, que se llenan de gente sin recursos en busca de algo caliente para llevarse a la boca. También llega ese momento en que una familia hace cola para recoger juguetes donados y dar así un poco de luz y alegría a los más pequeños del hogar. Llega la difícil tarea de conseguir un plato algo glamuroso en una época navideña que más que triste debería ser feliz.
Adentrarse en los comedores solidarios es lo más parecido a una película basada en hechos reales. Hay gente de todo tipo, hasta con porte, que intenta tapar la vergüenza que produce no tener dinero para comer. La Associació Tardor se ha preparado esta semana para afrontar más usuarios. Es la previsión que tienen y, lo más duro, con la misma gente que hace dos años.

Está claro que la pandemia se ha cebado con la vida de muchas familias. Estos días abundan en la cola del hambre trabajadores y con vivienda que no llegan a fin de mes. Natalia es la voluntaria que abre el almacén por las mañanas. Aquí se reparte la compra básica: pasta, leche, envasados, tomate en lata, arroz y aceite. Estos productos los financia el Estado. Y a veces, a través de donaciones privadas, pueden llegar pescado, verdura y carne. Solo acuden aquellas familias que han solicitado esta ayuda al Ajuntament de Palma.

Natalia, originaria de Argentina, ayuda en Tardor desde hace tres años y ha visto, sobre todo, mucha gente en ERTE que no tiene para comprar en el supermercado. «Me impacta que siga habiendo la misma gente que cuando entré», reconoce. La lista de espera para recibir la cesta de la compra cada vez es más grande. Algún matrimonio se dejaba caer por ahí para preguntar dónde pueden solicitar la ayuda. Hay necesidad y eso se ve en cualquier esquina de Palma.

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Natalia entrega comida a una usuaria de Tardor. FOTO: PILAR PELLICER

Un extranjero se mostraba acomplejado mientras esperaba su turno. Miraba hacia abajo cuando pedía a Natalia la compra y algún favor más: pañales para su hijo de seis meses y toallitas. El almacén está repleto de donaciones. De hecho, Mercadona entrega bolsas con productos alimenticios.

El plato caliente

Mientras en el almacén atienden a unos, el comedor social de Tardor no para de entregar bolsas con platos calientes cada día, de lunes a domingo, los 365 días del año. En la cola no importa quién eres, qué haces o de dónde vienes. Estos días, el grupo de voluntarios acude a las 05.00 horas para dejar lista la cena de Nochebuena y comida de Navidad. El menú será un rico pescado con calabaza al horno. También han preparado los famosos galets. Mari Pili es una de las voluntarias que asiste casi a diario a cocina y a preparar los táperes. Madruga como la que más y le reconforta mucho ayudar. Ha rellenado ella sola siete bandejas repletas de esta pasta con carne.

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Es día 24 de diciembre y estos días hay que dar de comer a más de 600 personas, tanto en la cola como en entidades que acogen a personas en exclusión social. Mientras tanto, aprovechan en su almacén para dar regalos a los más pequeños de las familias porque hoy es un día especial.
Son donaciones de particulares y de empresas privadas que han sacado una sonrisa a los niños vulnerables. Las personas agradecen mucho la labor social. Ellos sienten una especie de abatimiento, de derrota. Desde sus ojos te enseñan esa vergüenza. Y más difícil es para quien tiene hijos. Pero un plato caliente nunca faltará para quien más lo necesite.

El comedor Zaqueo abre las persianas a las 15.00 horas con gente ya esperando en la calle. Se repartirán más de 200 bolsas con la cena de Nochebuena. Desde fuera, la plaza del Mercadal, en Palma, acoge una gran cola humana. No es que haga frío, por suerte, sino que es fría la Navidad para ellos: jóvenes, ancianos, trabajadores, parados y extranjeros.

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Maite, voluntaria, ayuda a preparar los táperes que alimentarán a más de 200 personas. Este menú del día 23 lo prepararon los usuarios de Can Gazà. FOTO: PERE BOTA

La voluntaria Maite lleva años colaborando con la Organización Zaqueo. Dice que este año ha sido muy duro, y que impacta ver el tipo de persona que viene a recoger la bolsa de comida. Aquí abren hasta las seis de la tarde, y a veces han tenido que dar más alimentos de lo previsto por el incremento de demanda.

De ricos a pobres

No es fácil tener necesidades económicas, y menos lo debe ser haber tenido todo y un día perderlo. Es la historia de María Blanco, 60 años. Llena su carrito de comida junto a su madre, Leonor Amaya. Son las once y media del día 23 y los donantes han sido generosos este día, pues muchas de las familias, como esta, se llevarán más productos de lo habitual, sobre todo comida fresca y dulces para la Navidad. Lo más duro, y que se repite en casi todos los usuarios, es que toda esta cesta les durará dos telediarios.

Porque el tipo de familia que acude a los comedores sociales suele ser numerosa, como la de María Blanco. Ellos son siete en casa, y sin contar a los otros hijos independientes y nietos. Su madre Leonor ha sido una mallorquina muy conocida. Regentaba con su marido, fallecido, Diego Blanco, una compañía de ballet con la que itineraban por los casinos de Mallorca. Pero una estafa por parte de una famosa gestoría mallorquina les llevó de lo más alto a lo más bajo. María da las gracias a Tardor porque sin ellos, «no podrían comer. Gracias a ellos subsistimos», dice. Y ahora temen que les quiten la casa.

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Leonor y su marido, Diego, regentaban una conocida compañía de ballet en Palma. Pero una estafa les llevó a la pobreza. En la imagen, con su hija María Blanco delante de ella, acudiendo a la Associació Tardor para llevarse comida. Serán unas Navidades difíciles, aseguran. FOTO: PILAR PELLICER

Para María Blanco, la Navidad tiene un sabor muy amargo. Se acuerda de un hijo que falleció en un accidente de moto hace 19 años. Y de su padre, que murió hace dos. «No tengo ánimos», y dice que «si pudiera pedir un deseo, desde luego antes que tener dinero, pediría que mi hijo estuviera vivo».