Raúl Romeva, exconseller y exsenador de ERC. | Jaume Morey

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Inhabilitado hasta 2030 por su participación en la declaración de la independencia de Catalunya de 2017, Raúl Romeva (Madrid, 1971), que ahora milita en ERC por donde fue elegido senador y luego suspendido en razón de su condena, participó ayer en los actos de la Diada invitado por Més.

¿Está más lejos la independencia de Catalunya que en 2017?

—No, es igual de necesaria, eso no ha cambiado. No la veo más lejana, la veo más necesaria aunque el escenario es otro.

¿Fue un error suspender la declaración de independencia recién proclamada?

—No, aunque la perspectiva histórica permite otras visiones. Este es un proceso largo, difícil y en algún momento exige una negociación en el terreno político. Todo lo que sea llevarlo a la vía política, como puede ser un referéndum, me parece bueno. Todo es discutible políticamente, hasta la independencia.

¿El independentismo está más dividido que entonces?

—Es igual de diverso que entonces, el independentismo no es una ideología. Lo que hay es una mayoría incuestionable, del 80 %, que cree que la relación entre Catalunya y el resto del Estado se ha de resolver democráticamente, votando. Esa ha sido una constante en los últimos años. Hay independentistas y no independentistas entre quienes apuestan por una solución democrática. Y en los independentistas existe una variedad enorme. Yo mismo vengo de defender un modelo federal, que ahora veo que no tiene recorrido. No esta divido, es diverso. Lo que es verdad es que hay una estrategia sobre la mesa, la que planteamos desde Esquerra, y que hay otros que no la ven o que consideran que plantea dificultades. Pero eso es legítimo. No es una división, es una manera de ver diferente el mismo objetivo.

¿No fue la última manifestación un grito contra los políticos más que por la independencia?

—¡Tampoco! Hay una necesidad social de defender un problema. Hay cansancio, hay cansancio de que un problema político no halle la manera de gestionarlo. Y esa es una responsabilidad de las instituciones políticas. No de los partidos, de las instituciones que hacen política.

Fue condenado por sedición y malversación. ¿Qué le parece el cambio del Código Penal?

—La reforma resuelve en términos europeos una anomalía histórica. Era necesaria más allá de las penas por el ‘procés'. Europa obliga al cambio al Gobierno de España, no puede atribuirse sólo al independentismo.

¿Y su relación con la Assemblea Nacional Catalana?

—Lo que le decía antes: hay actores diversos que tienen funciones diferentes. Quienes tienen responsabilidad política deben hacer política y quienes tienen responsabilidad social, activismo social. Si hay coincidencia, las cosas son más fáciles. Y si no, se abre un debate. Pero es que eso sucede en cualquier asunto. Eso es normalidad democrática.

¿Cuál sería el papel de Mallorca o Baleares en un horizonte independentista de Catalunya?

—El Principat de Catalunya es el Principat y no me toca definir qué tiene que hacer Mallorca o Balears. Es algo que tienen decidir aquí las personas a las que les afecta. Eso, en relación a su futuro. Y sobre las relaciones con una Catalunya independiente, creo que no cambiaría demasiado la situación pues existen unos vínculos históricos, culturales y lingüísticos. Tenemos muchos intereses compartidos. Hay sororidad entre Catalunya y Balears.

¿Llega el tiempo político de ERC y acaba el de Junts y herederos?

—No; es que la sociedad evoluciona y ERC ha asumido que tiene que ponerse delante para construir, avanzar y buscar consensos para solucionar el conflicto. Ahora hay un Gobierno español que admite el conflicto y que debe gestionarse, no por la vía de la imposición sino del diálogo. No soy independentista por nacionalista, sino por demócrata.