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Miquel Rayó es el autor de Crónicas del GEM (Grupo Excursionista de Mallorca). Aportació a la història de l'excursionisme a l'illa de Mallorca (1937-1952), editado por Lleonard Muntaner.

Rayó explica que el libro «abarca una época no estudiada del excursionismo mallorquín. El Grupo Excursionista de Mallorca precedió el actual Grup Excursionista de Mallorca -fundado en 1973- y provenía del Grupo Excursionista del Fomento del Turismo, cuando unos cuantos de sus integrantes quisieron realizar rutas más alternativas y en grupos más pequeños. Este primer GEM no fue nunca una asociación formalmente constituida, sino un grupo de amigos que contó entre sus fundadores con Gabriel Buades, Pere Darder, Benigne Palos, Carlos Mugnaschi, Juan García Fargas, Joan Espina y otros».

Rayó ha recogido la documentación del propio GEM antiguo, que recuperó Lleonard Muntaner en un mercadillo, en la que aparecen datadas y descritas las rutas, con los nombres de los integrantes, y numerosos comentarios no sólo referidos a la excursiones en sí, sino también a cuestiones externas., como películas, canciones o libros. Por todo ello, el autor destaca que «el libro no sólo trata una parte de la historia del excursionismo mallorquín, sino que nos muestra el contexto social, cultural e incluso económico de la época, pues los integrantes del GEM eran personas cultas y bien relacionadas».

Gabriel Buades (en el centro), uno de los fundadores del GEM, y otros miembros del grupo, en las casas de Comafreda el 20 de enero de 1951. | GEM
Gabriel Buades (en el centro), uno de los fundadores del GEM, y otros miembros del grupo, en las casas de Comafreda el 20 de enero de 1951. | GEM
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Tal vez, uno de los aspectos más llamativos del libro es la relación entre excursionistas y payeses. Rayó señala que «al contrario que en la actualidad, payeses y excursionistas se conocían y eran habituales los detalles y obsequios entre ambos. Por ejemplo, se da el caso de excursionistas que llevan ensaimadas a l'amo de Comafreda y de payeses que ofrecen a los senderistas comida, merienda o poder estar un rato junto al fuego. Estos encuentros también servían para que los payeses de montaña, normalmente aislados, recibieran de los excursionistas información sobre lo que pasaba en Mallorca y el resto del mundo».

Otra curiosidad de la obra se refiere a que, casi siempre, los excursionistas utilizaban el servicio público de autobús para llegar a los pueblos de inicio de las rutas (Valldemossa, Lluc, Pollença…) y el tren si era para ir a la zona de Sóller. Rayó apunta que «esa circunstancia condicionaba la excursión, pues había que llegar a tiempo al menos al último servicio de transporte. En cualquier caso, no se conformaban con hacer las excursiones clásicas y conocidas, sino que les gustaba aventurarse y explorar rutas o pasos nuevos que les daban a conocer los payeses o carboners. Llevaban brújulas y mapas, aunque no sé muy bien qué cartografía utilizaban. Los mapas de Mascaró Pasarius fueron posteriores».

El padre Josep Vanrell (de espaldas) oficia una de las misas de la festividad de Sant Bernat de Menthon, patrón del montañismo, celebradas en la cima del Puig Major entre 1953 y 1956, antes de la construcción de la carretera. Todos los presentes van con ropa de calle. | GEM
El padre Josep Vanrell (de espaldas) oficia una de las misas de la festividad de Sant Bernat de Menthon, patrón del montañismo, celebradas en la cima del Puig Major entre 1953 y 1956, antes de la construcción de la carretera. Todos los presentes van con ropa de calle. | GEM

Muchas de las fotos del libro nos muestran que los senderistas llevaban ropa de calle para ir de excursión, nada que ver con la actualidad. Incluso en una imagen de la cima del Puig Major de los años 50, sin base militar ni carretera, aparece un señor con corbata. Aun así, Rayó indica que «el GEM tenía contacto con asociaciones excursionistas de Catalunya y estaban al tanto de las noticias del alpinismo internacional, y eso les permitía conocer material de montañismo. En Casa Beltrán, una tienda de juguetes y deportes, pudieron adquirir algunas prendas. En cuanto a mochilas, botas y tiendas de campaña, las encargaban a talleres con capacidad para confeccionarlas. Algún afortunado que podía viajar a Catalunya, Andorra o Francia traía material para sí mismo y para los demás».