Luis García Langa, director de Mercados de SDC Analistas, considera que «la economía española y la europea corren peligro de entrar en deflación. La subida de tipos practicada por el BCE ha sido demasiado rápida y brusca, porque empezó demasiado tarde; y el consumo se está frenando, que es lo que buscaban para abaratar precios. El problema es que esa intensidad podría haber hecho que 'se pasen de rosca' y que se frene todo demasiado».
Langa apunta que «hay un indicador adelantado de inflación, el IPP (Índice de Precios a la Producción) que marca el precio al que se producen los productos que luego se consumen (la inflación es el IPC). Pues bien, este indicador está en negativo desde hace varios meses, siendo el valor actual del -7,4 % en España y del -8,8 % en la zona euro. Por lo tanto, si los precios de producción están ya deflacionarios, podrán estarlo los de consumo pronto. No obstante, insiste en dejar claro que «se tratará de una deflación puntual que podemos ver este año y que no sería preocupante si dura poco; a medio plazo veremos inflaciones más altas de ese 2 % de media, que es el objetivo de bancos centrales».
Discrepancias
Pau A. Monserrat, miembro del CES, profesor de la UIB y economista de FuturFinances.com, discrepa de Langa y precisa que el indicador del INE al que alude (-7,8 %) «hace referencia a una bajada de los precios que los productos salidos de fábrica, pero no se tienen en cuenta los gastos de transporte, ni de comercialización, ni el IVA, etc.». Sí reconoce que «es un valor a tener en cuenta a la hora de ver cómo puede ser la evolución del IPC, pero si los gastos citados anteriormente son altos y se elevan por encima del IPP, aunque esta tasa esté en negativo la inflación acabará estando en positivo; especialmente y más en Baleares. Por tanto, no cree que vaya a haber deflación, aunque la inflación se está conteniendo y los incrementos de precios van a ser más moderados».
Pep Ignasi Aguiló, economista y profesor de la UIB, comparte la opinión de Monserrat. «No hay ningún riesgo de entrar en deflación. Es más, pienso que 2024 todavía terminará con una inflación superior a la de los objetivos de BCE, es decir, por encima del 2 %». En este punto, argumenta que «los salarios reales han subido y también las pensiones. Las reglas comunitarias continuarán empujando el precio de los alimentos al alza; el proceso de descarbanización tiene efectos similares. La desglobalización o de reglobalización está deteniendo algunas de las ventajas más importantes de comercio internacional».
No obstante, Aguiló reconoce que «los tipos de interés se están moderando, pero pienso que una de las motivaciones es el estancamiento económico con que se cerró el curso pasado». Además, apunta que «las nuevas reglas fiscales de la Unión Europea parecen mucho más laxas y otorgan plazos mucho más largos para realizar los ajustes necesarios. Esto tiene la inevitable consecuencia de que los políticos continúen faltos de voluntad para realizar las reformas que eviten los lastres de la actual economía. Es cierto, que muy puntualmente, algunos precios se pueden ajustar por haber experimentado subidas excesivas anteriores. Pero esto, en ningún caso es una deflación. La deflación es más un espantajo que un fenómeno real».
La deflación es buena o mala
Monserrat asegura que la deflación es negativa porque «una bajada de los precios en general lo que hace es contener el consumo. Si la gente ve que los precios están cayendo no consume y no invierte, espera y eso acaba afectando a la economía y a las empresas, que venden menos y acaban despidiendo gente. Langa sí coincide en este aspecto con el economista de FuturFinances.com y sostiene que «la deflación no es buena porque frena la economía: se dejan de consumir muchos productos y servicios esperando a que, posteriormente, estén más barato».
Por su parte, Aguiló considera que «la gente tiene que tener miedo a la inflación, pero no a la deflación. La primera es un impuesto sin control político, la segunda no se dará». En este sentido, recuerda que «a lo largo de la historia ha habido muchas inflaciones e hiperinflaciones, pero apenas hay ejemplos de deflaciones; y estás se circunscriben, principalmente, a la época del 'patrón oro'. Pensemos que la deflación es una revalorización del dinero; y si el dinero en la actualidad lo manejan en exclusiva los gobiernos, es prácticamente imposible que eviten la tentación de desvalorizarlo».
¿Cómo evitar la deflación?
El director de Mercados de SDC Analistas expone que para evitar la deflación se debe «acabar con la subida de tipos -algo que parece un hecho- y acelerar la bajada; actualmente hay mucho debate sobre cuándo el BCE bajará tipos de interés. Además, las políticas fiscales también pueden ayudar haciendo que las familias tengan más renta disponible, por ejemplo, bajando impuestos».
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