El terrorista cumplía condena en la cárcel de Palma. | Alejandro Sepúlveda

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La Audiencia Nacional ha condenado a siete años y seis meses de cárcel a dos presos que cumplían condena por pertenencia a organización terrorista y que enviaron cartas a otros internos con el fin de mantenerlos cohesionados en el ideario yihadista del Estado Islámico. Uno de ellos, Karim Abdeselam Mohamed, dibujó la bandera de Daesh en el patio de la cárcel de Palma donde estaba recluido en 2017.

El Tribunal les ha absuelto del delito de colaboración en organización terrorista, si bien les condena por delito de delito de captación y adoctrinamiento terrorista con el agravante de reincidencia. Un tercer acusado ha sido absuelto ya que las misivas que envió a otros reclusos contenían un contenido beligerante y rigorista desde una perspectiva religiosa e ideológica, pero no incluían lemas, emblemas o dibujos de la organización terrorista Daesh.

La sentencia considera que los acusados tomaron la decisión de cohesionar a los internos encarcelados por delitos relacionados con el terrorismo yihadista y liderarlos para que no abandonasen dicho ideario. También, para que actuaran conforme a unas directrices comunes que incluían mantenerse fuertes y unidos durante su estancia en prisión con el fin de que ninguno de ellos se viera tentado de abandonar la yihad armada.

Ello implicaba enviar cartas que contenían banderas y emblemas de la organización terrorista Daesh, así como textos de cánticos empleados por las organizaciones terroristas yihadistas para infundir ánimos y ensalzar las acciones de los combatientes y militantes. También se enviaban textos religiosos a los que daban la interpretación rigorista para continuar de prisión con la actividad terrorista al salir de la cárcel.

Según la sentencia, la intención era conformar un grupo compacto que lucharía en favor del terrorismo islámico, tanto dentro como fuera de prisión. El Tribunal añade que la interpretación correcta de lo que denominan «frente de cárceles», es la referencia al «colectivo» de presos musulmanes radicales, con la finalidad de agruparlos y que mantuvieran la lucha una vez puestos en libertad. En definitiva, pretendían agrupar a lo que ellos mismos denominaban «presos políticos islamistas» con una terminología (frente de cárceles, presos políticos) similar a la empleada por los internos de ETA.   

Cree que los acusados ya estaban radicalizados con anterioridad a su ingreso en prisión pero señala que, durante su estancia en las cárceles, «en vez de optar por desradicalizarse y socializarse de alguna manera, sin abandonar en ningún caso sus creencias religiosas e ideológicas, optaron por lo contrario».