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O yo o el caos. Lo piensan demasiados líderes políticos cuando han dejado de pisar el terrenal suelo de los ciudadanos y se han instalado en lo que se ha dado en llamar el síndrome de La Moncloa. El último en sufrirlo ha sido Pedro Sánchez tras esa declaración de ayer, queda inaugurada una nueva forma de gobierno,  el ‘pedronismo’, un trasunto del peronismo, una nueva versión 3.0 de ese ‘o yo o el caos’, una promesa de cambiar las cosas desde arriba que ayer dejó entrever sin llegar a concretar.

Habrá que ver el resultado de un movimiento que en realidad no lo fue porque nada se ha movido, que es lo nadie esperaba que pudiera pasar. Puede que la no noticia le sea rentable en el corto plazo, en las elecciones catalanas y quién sabe si en las europeas, con esa nueva llamada a la movilización ciudadana que tan bien le funcionó cuando convocó las elecciones generales tras perder las autonómicas, un movimiento audaz que después le dio la presidencia del Gobierno.

Sin embargo, no está tan claro que la jugada le funcione a largo plazo porque Sánchez ha cometido el que parece ser su primer gran error estratégico. No lo cometió ayer, cuando dijo que se quedaba, sino el miércoles, cuando dijo que igual se iba. Sánchez ha mostrado que ha pensado en irse y aquí vuelve a aparecer un elefante, en este caso el del investigador de lingüística cognitiva George Lakoff. No pienses en una elefante, explica Lakoff para indicar que, cuando se oye una palabra, se activa en el cerebro su marco (o su colección de marcos). Es el caso de Pedro Sánchez, que acaba de activar no un elefante, sino un adiós.