Zona de llegadas del aeropuerto de Palma en primavera de 2022. | Ruiz Collado | PALMA

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El frente unido contra la saturación llega en un año llamado a romper todos los registros en materia de llegadas turísticas. El territorio balear asumirá más presión humana que nunca antes, combinando el incremento poblacional con un volumen de visitas por encima de 2023, año que marcó un récord histórico de 17,8 millones de turistas.

Las previsiones de reservas hoteleras en los meses centrales de la temporada alta, julio y agosto, se están moviendo en torno a un 15 % por encima del mismo periodo del año anterior. Un porcentaje que, en conjunción con proyecciones globales y previsiones de asientos en aerolíneas, será fácilmente extrapolable al aumento interanual del conjunto de 2024 y que incluso podría superarlo.

Los últimos registros sobre llegadas turísticas por mar y aire publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y por el Institut d'Estadística de Balears (IBESTAT), correspondientes a marzo, indican un crecimiento del 17 % con respecto al primer trimestre del año anterior. El buen tiempo y el adelanto de la Semana Santa contribuyeron a completar un arranque de año con cifras al alza, pero el crecimiento previsto para los meses de la temporada alta va a ser similar.

Turespaña, de hecho, ya preveía un aumento del 14 % para mayo en el conjunto del territorio estatal, un dato más que evidencia que la fiebre por viajar está sobrepasando las cotas del ya de por sí histórico año pasado.

De cumplirse todas esas proyecciones, es casi seguro que Baleares completará el año alcanzando los 20 millones de turistas o, en su defecto, quedándose muy cerca de esa cifra. Un volumen de llegadas nacionales e internacionales que multiplica por 16 el de la población residente y que duplica los 10 millones de turistas alcanzados a finales de la década de los 90. Y es también una cifra solo al alcance de algo más de una veintena de países en todo el mundo.

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El aumento de la conectividad aérea va a ser clave en el incremento de turistas de este año. Los estudios de Turespaña sobre los mercados emisores certifican un crecimiento de la demanda veraniega en los principales caladeros turísticos de Baleares: Reino Unido, Francia, Italia y sobre todo Alemania, con un aumento del 8 % solo en las reservas en aerolíneas de la IATA (quedan excluidas las compañías low cost) para viajar al Archipiélago.

Paralelamente, las conexiones de largo radio con importantes mercados emergentes como Estados Unidos verán incrementado el volumen de pasajeros, como es el caso de United Airlines, que ha aumentado un 12 % la capacidad de carga de los aviones que cubren los vuelos entre Nueva York y Palma en respuesta al auge de la demanda.

Climent Picornell, escritor y doctor en Geografía por la UIB, maneja por su parte unas previsiones de crecimiento que oscilan entre el 15 % y el 18 %, cotas que no será difícil alcanzar, mantiene, «por lo que se puede prever viendo las puntas de colapso que ya se están produciendo».

Además, a las previsiones de ocupación, recuerda, hay que sumar el volumen de plazas ilegales, las cuales se han multiplicado exponencialmente en los últimos años. «Y lo han hecho tanto desde el sector del alquiler turístico como desde el sector hotelero con sobreocupaciones y habitaciones no declaradas».

El hecho de que desde un Govern del PP se esté articulando por primera vez un discurso enfocado en la contención del crecimiento turístico supone, a entender de Picornell, «un punto de inflexión importantísimo». Ese punto de inflexión, opina, ha venido propiciado por unas congestiones en las carreteras que este año «han empezado prontísimo, mucho más pronto que en otros años».

De entre todas las medidas que se están poniendo sobre la mesa para aliviar el problema, tanto desde el ámbito de la sociedad civil, como desde el Govern o el propio sector turístico, Picornell afirma que solo una puede ser realmente efectiva para combatir la masificación, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un fenómeno global. «Está pasando en todo el mundo y no puedes poner puertas en puertos y aeropuertos, todo eso son propuestas utópicas», explica Picornell para subrayar que «lo único con lo que se puede actuar desde un territorio como Mallorca y Baleares es con la limitación de plazas turísticas».