El Hotel del Mar es una joya arquitectónica en un emplazamiento único. | Ultima Hora

TW
19

No es fácil para un edificio ser tratado cariñosamente. Eso es lo que ocurre con el denominado ‘hotel de chocolate’, que recibe ese apelativo por su curioso revestimiento cerámico marrón oscuro. Se cumplen sesenta años del Hotel de Mar Gran Meliá (nombre oficial del establecimiento) y una publicación descubre las pequeñas joyas patrimoniales que alberga el edificio, obra de los arquitectos José Antonio Coderch, junto a Federico Correa y Alfonso Milà. El libro se presentará en el hotel mañana jueves.

El edificio, en palabras del arquitecto y autor del epílogo Pere Nicolau, es una de las mejores y más importantes obras del autor, considerado como un referente de la arquitectura contemporánea. Nicolau también destaca que el hotel lo tenía todo en su contra, como estar rodeado de edificios pese a su ubicación en primera línea; no obstante, lejos de ser un desastre, el resultado no solo es «magnífico, es aleccionador», en referencia a otros establecimientos turísticos.

No fue fácil reunir todo el material que atesora la publicación. Se tuvo que recurrir a diversos archivos para obtener las fotografías y bocetos del proyecto original. El archivo personal de Coderch se encuentra en el Museo Nacional de Arte Reina Sofía, mientras que las fotografías de las maquetas, realizadas por Oriol Maspons, forman parte del Colegio de Arquitectos de Cataluña. Parte de las imágenes del hotel fueron tomadas por el fotógrafo Francesc Català-Roca. «Nos llevó medio año aproximadamente reunir el material de bocetos, fotografías y dibujos para editar el libro», señalan los responsables de la publicación.

Boceto de espacios interiores.
Maqueta del hotel.

En cuanto al mobiliario, el hotel conserva parte de los diseños originales del proyecto. Cuando lo instalaron no lo sabían, pero ahora mismo son auténticas joyas del diseño español. En las diferentes estancias del establecimiento se pueden ver más de 20 lámparas TMC originales de Miguel Milà, –hermano de Alfonso y autor de la célebre Cesta–, junto a diversas sillas tijera que ya se observan en los bocetos de época. La publicación cuenta con varios dibujos de Correa en los que se ven los diseños de los espacios originales. Estos incluyen la sala de fiestas, toda decorada en rojo, o los interiores en los que los autores intentaron establecer un diálogo con la arquitectura vernácula.

Vista aérea del establecimiento.

En el volumen aparece una relación de los famosos que han descansado en el establecimiento, como Maurice Chevalier o Jean Seberg, la musa de Godard, junto a un listado de los diferentes directores del hotel. El volumen termina con un apartado en el que se destacan las firmas de su libro de visitas, entre las que sobresale la del artista Joan Miró, que estampado junto a su firma escribió lo siguiente: «Con toda mi admiración por su arquitectura y por la poesía del emplazamiento». La dedicatoria del pintor catalán es del año 64, cuando el establecimiento prácticamente comenzaba a andar y el proyecto no había sido ni intervenido ni reformado como pasó en el año 1988, cuando el arquitecto Álvaro Sans junto a Oriol Bohigas –Premio Nacional de Arquitectura y discípulo de Coderch– realizó una reforma en la que abordó la terraza superior del establecimiento y el restaurante.

En definitiva, la publicación es un canto a lo que pudo hacerse bien, a un hotel que entiende su entorno y que conserva, en su presente, la memoria del legado de lo mejor del diseño y de la arquitectura española del siglo XX.