Una camarera de pisos en un hotel de Mallorca. | T. AYUGA

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La productividad es la «variable clave» que explica la caída en picado que Baleares ha sufrido en PIB per cápita en el siglo XXI y el gran problema económico de una comunidad que -en paralelo a las tendencias de su industria turística- crece en volumen pero no en calidad o valor añadido. «El problema estructural de Baleares se llama productividad; o lo abordamos o esto va a continuar», ha alertado el vicepresident del Govern y conseller d'Economia, Antoni Costa, para añadir que, en cualquier caso, no es un problema que vaya a poder resolverse «en cuestión de un año».

Y es que el PIB per cápita, ha subrayado, es el «indicador clave» para medir el bienestar ciudadano, por lo que el principal reto del Archipiélago en materia económica debe ser trasladar el crecimiento del PIB a la calidad de vida de sus residentes, lo cual implica una mejora de la productividad (la relación directa entre aquello que se produce y la eficiencia con la que se utilizan los recursos disponibles para ello).

Las medidas que el Govern propone pasan por una mejora de la formación y la especialización, además de un impulso decidido por la innovación tecnológica tanto en el sector público como privado. «El sector hotelero sí ha logrado incrementar significativamente el valor de su producto», ha señalado Costa para afirmar que el objetivo ahora «es que otros sectores también lo consigan»

Costa ha presentado los datos de coyuntura económica en compañía de la directora general d'Economia i Estadística, Catalina Barceló. El primer trimestre del año se cerró con un crecimiento del 3,2 %, por encima incluso de las expectativas empresariales. El sector servicios fue el que trasladó un mayor dinamismo a remolque de las llegadas turísticas, mientras que la construcción «ha recuperado vigor a pesar de las tensiones que vive el sector». En el extremo opuesto, la industria, que sufrió un «desplome» que Barceló espera que sea «puntual». La agricultura y la pesca, por su parte, siguen exhibiendo unas cifras normales para su nivel de actividad habitual.

El sector servicios sigue siendo sobre el que recae el crecimiento económico y del empleo. «Tenemos un sector servicios con un potencial de crecimiento envidiable», ha destacado Costa. Y es, por tanto, sobre el que se han de concentrar los esfuerzos para conseguir un incremento de la productividad. «La productividad del trabajo aumenta cuando se invierte en calidad: conseguir que ese mismo plato tenga un mayor valor añadido y el cliente esté dispuesto a pagar una cantidad mayor de dinero».

El informe del Govern constata un decrecimiento del 21 % en la productividad del trabajo en los últimos 27 años. Así, entre 1995 y 2005 esta variable se fue reduciendo a pesar de seguir por encima de la media española, mientras que a partir de 2006 se fue recuperando levemente para acabar alineándose con la del conjunto del Estado.

Por otro lado, la productividad del capital -que incluye, por ejemplo, la compra de maquinaria- ha caído casi un 43 % desde 1995, posicionándose por debajo de la media estatal desde 2002. Para Costa, esta caída «en picado» de ambos tipos de productividad es lo que explica la bajada en PIB per cápita, que en 2001 era muy superior a la media española, de 28.827 euros (cuando la media estatal no llegaba a los 25.000). Entre ese año y 2022 decayó un 13,3 % para situarse en 24.984 euros per cápita, en la línea del conjunto del Estado.