Para el Govern, reducir las fugas en las redes municipales es una prioridad, así como incrementar el aprovechamiento del agua depurada, sobre todo en los riegos agrícolas y urbanos. En la imagen, obras de renovación en una conducción de agua potable. | ARCHIVO

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El consumo urbano de agua en Baleares aumentó un 20,5 % entre los años 2000 y 2022, según datos de la Direcció General de Recursos Hídrics, adscrita a la Conselleria de la Mar i del Cicle de l'Aigua. En 2000, el consumo urbano de las Islas fue de 84,93 hectómetros cúbicos (toneladas) de un total de 119,18 suministrados, lo que supone que un 28,74 % del caudal aportado a las redes no se contabilizó, supuestamente por pérdidas y fugas. Por su parte, en 2022, el consumo fue de 102,37 hectómetros cúbicos de un total de 138,94 suministrados, lo que arroja un 26,32 % de caudal no contabilizado o perdido. El aumento de consumo entre un año y otro es del 20,5 %. Las fugas de agua se han reducido, pero muy ligeramente.

En el caso de Mallorca, la demanda urbana de agua se incrementó un 18,5 % en el mismo período. En este caso, el consumo fue en el año 2000 de 65,77 hectómetros cúbicos, con 91,57 suministrados. Las pérdidas fueron del 28,17 %. En 2022, el consumo de Mallorca fue de 77,97 hectómetros cúbicos, con un caudal aportado de 106,57. Las pérdidas fueron del 26,84 %, un descenso igualmente muy ligero respecto al año 2000.

El consumo urbano de agua en el conjunto de las Islas en 2022 fue el tercero más alto en el período mencionado, por debajo de 2017 (103,71 hectómetros cúbicos) y 2019 (102,49, sólo 0,12 por encima de 2022). En los 23 años que abarca el período 2000-22, en siete ocasiones se han superado los 100 hectómetros cúbicos de consumo urbano de agua, en cinco de ellas desde 2016.
Si observamos el agua suministrada, 2022 fue el segundo año con un volumen más alto, con los 138,94 hectómetros cúbicos ya apuntados, sólo por debajo de los 138,98 de 2005, con sólo una diferencia de 0,04 hectómetros cúbicos. En Mallorca, los 106,57 hectómetros cúbicos aportados a las redes en 2022 son el segundo dato más alto del período apuntado, por detrás de 2008, con 106,86 hectómetros cúbicos.

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El incremento general del 20,5 % en el consumo urbano de agua entre 2000 y 2022 se da ante una estabilidad de las precipitaciones, con unos años más secos y otros más húmedos. La estabilidad de las lluvias en Mallorca se puede detectar en el período 1959-2019, con 31 años de precipitaciones por encima de la media y 30 años por debajo. Si se analizan ciclos de años, hay 8 períodos por encima de la media y 7 por debajo. Todo ello puede llevar a pensar que, por mínimo que sea, hay un balance de precipitaciones positivo. No es así desde el momento en que se comprueba que las desviaciones respecto a la media de los períodos secos son más acentuadas que las desviaciones de los períodos húmedos.

Vistos estos datos, la demanda de agua aumenta, cuando la disponibilidad es prácticamente la misma. Para atender ese consumo, se procede a extraer más agua de los acuíferos o se recurre, si observamos el caso de Mallorca, a la producción de las desaladoras de agua de mar (Palma, Alcúdia y Andratx), si bien el caudal generado en éstas no llega a toda la Isla.

Normalmente, las mayores extracciones en los acuíferos (que representan, con mucha diferencia, la mayor aportación de agua en Mallorca) se corresponden con menores producciones de las desaladoras. El caso más extremo fue 2011, con una extracción de 73,56 hectómetros cúbicos de los recursos subterráneos de los acuíferos frente a sólo 0,15 toneladas de agua desalada. Por su parte, el año con mayor protagonismo de la desalación fue 2001, en plena época de sequía. Ese año se desalaron 15,17 hectómetros cúbicos, coincidiendo con la menor extracción de agua subterránea de todo el período, con 51,81 hectómetros cúbicos.

El apunte

Agua subterránea, el 62,3 %; agua desalada, el 10 %

En 2022, los acuíferos subterráneos de Balears aportaron 86,69 hectómetros cúbicos, lo que representa el 62,3 % de toda el agua suministrada, mientras que el agua desalada significó poco más del 10 %. El resto se distribuyó entre la llamada agua indiferenciada (mezcla de aguas subterráneas y desaladas, y en algún caso con superficiales de los embalses del Gorg Blau y Cúber) y la potabilizada (agua subterránea con alto contenido en sal que pasa por un proceso de potabilización).