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Desde 2020 y hasta el año pasado, las principales noticias de un 20 de agosto –reproducidas en las portadas de los periódicos impresos del día siguiente– tenían que ver con la pandemia: el primer año, Salut avisaba de que quedaban «dos semanas duras» de aumento de contagios; el 20 de agosto de 2021, Salut informaba de que se iban a retomar en Baleares las operaciones aplazadas por la COVID e, incluso, el 20 de agosto de 2022, seguían las dudas legales sobre las restricciones. Hace un año cambiaron las tornas y la portada del día siguiente fue monográfica: el equipo de fútbol femenino –con dos mallorquinas– había ganado el mundial. Aunque si algo marca las tardes de los veranos de agosto son las crónicas televisivas de la vuelta ciclista, que o invitan a la siesta –si estás en casa– o asoman, sin sonido, por bares semivacíos a esas horas de la tarde.     

A esas horas las calles son de dos grupos: de turistas o de quienes no tienen más remedio que recorrerlas, como los repartidores que tienen que llevar sus pedidos a quienes no salen de casa: son los ‘riders’. Cerca de 400 personas, aunque los datos son aproximativos y de 2022, trabajaban como repartidores en Mallorca. La mayoría se oponen a la regulación laboral que se aprobó y prefieren considerarse autónomos. A casi todas horas bicicletas y patinetes se mueven de un sitio a otro. También a esas horas en las que no se mueve nadie salvo turistas. El 20 de agosto no suele ser el día de mayor presión humana en Balears –los datos saldarán para octubre– , aunque sí será uno de ese mes.

¿Qué puede hacer un turista que ha decidido no acercarse a la playa a la hora de la siesta en agosto? ¿Comprar turrón? Sí, aunque no lo parezca. La venta de turrón no se para en agosto, explica después de tres ventas seguidas la encargada de una tienda, de las dos que, a pocos metros, hay en una misma calle. Lo de las ensaimadas se da por supuesto. Hay locales que no abren por la tarde –no es el caso de los que sólo venden patos– y eso es lo que ocurre con alguna de esas fruterías y tiendas de verdura de barrio que traen sus productos directamente de la huerta. Allí es por la mañana donde se vive la principal actividad.   

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Dos turistas miran los patos que se venden en una tienda de Palma que sólo oferta ese producto.

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Un grupo de mujeres después de comprar ensaimadas este martes.

El Parlament tendrá días más animados a partir de septiembre. Por eso también sólo abre    por la mañana aunque no pasan por ahí representantes de los grupos. En general, toda su actividad es digital. Hay dos personas esta tarde (este martes) del 20 de agosto tomándose un helado en la puerta, que es algo tan agosteño como seguir la vuelta ciclista a la hora de la siesta. En ese bar, también de barrio, de esos que sirven cafés en vasos de cristal y bocatas sólo hay dos personas. El encargado interviene en las conversaciones y se ríe.

No ha hecho un color sofocante este 20 de agosto –los termómetros de ese mismo día pero de 2020, cuando había que ir con mascarilla marcaban 38 grados– pero las calles de las ciudades no desaniman a los turistas y hasta dan vueltas por la Catedral. En aquel primer verano después del confinamiento quedó aparcado el debate sobre la masificación turística. Se aplaudió a los primeros turistas y hasta una representación del Govern acudió a saludarles.