Gabriel Le Senne, con Mauricio Rovira. | M. À. Cañellas - miquel angel canellas

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Gabriel Le Senne no cae. Seguirá siendo el president del Parlament porque, entre el deber y la obediencia, ha optado por lo segundo. Entre dejar un cargo que considera una carga o cumplir las órdenes de Santiago Abascal, el president del Parlament con más capacidad de resistencia de los que ha tenido hasta ahora Balears, ha elegido la castrense obediencia debida. Varios presidentes del Parlament han caído en los 40 años de democracia de Balears, algunos de ellos con más fuste político que Le Senne, pero el dirigente de Vox ha evidenciado que es capaz de aguantar adversidades, temporales, golpes políticos de la izquierda e intentos de golpes internos de la extrema derecha. Nada ha podido con él, aunque, si en el primer intento de caída se salvó por una triquiñuela administrativa, en este segundo intento se ha salvado porque así lo ha querido la presidenta Marga Prohens. El pulgar presidencial ha ido hacia arriba y Le Senne se ha salvado porque ese pulgar no solo fulminaba a la Le Senne;complicaba mucho la vida a la propia Prohens. Los dos presidentes son hijos de un mismo pacto, como bien señaló un dirigente de Vox, y sus destinos están sellados por mucho que Santiago Abascal se crea que no, que aquí el pacto está roto. El blindaje de Le Senne es el blindaje de Prohens. La ruptura de estos dos socios, obligados a entenderse en lo que queda de legislatura, no es más que una simple, apariencia táctica, un espejismo y una impostura política, como se irá viendo en las sucesivas votaciones que se celebrarán a partir del próximo martes en el Parlament y que Prohens sacará adelante, con ruido, pero adelante. Le Senne se salva y el resultado es que Mauricio Rovira no será president del Parlament. Ayer demostró con creces que podría asumir este papel con autoridad y solvencia.