Terraza de un bar de Palma repleta de turistas este verano. | M. À. Cañellas - M.A. CAÑELLAS

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Es una reivindicación histórica, pero ahora se ha llegado al límite. Los restauradores reclaman la creación de un convenio de hostelería propio que diferencie sus condiciones de las de los hoteleros, al igual que sucede ya en otras regiones de España como La Rioja, Comunidad de Madrid o Guipúzcoa a nivel provincial. Los incrementos salariales, aseguran, son inasumibles para un sector que esta temporada ha visto caer su facturación en torno a un 20 % con respecto a la temporada pasada y que ve imposible seguir el ritmo de las condiciones fijadas en el actual convenio; un documento, se quejan, centrado en la realidad hotelera.

Así lo han expresado hoy el presidente de PIMEM-Restauración, César Amable, y el vicepresidente de la Federación, Rafel Matas, quienes aseguran que los restauradores son víctimas de una «pinza» que estrangula económicamente su actividad y que está conformada por tres factores esenciales: la falta de personal cualificado, el incremento de los costes de plantilla y de actividad y una bajada en las ventas.

El incremento de los precios en el desplazamiento -especialmente de los billetes de avión- y el alojamiento se ha cebado este verano con su sector y otros puntales de la oferta complementaria como el comercio. La estancia media se ha acortado y el presupuesto de los turistas se ha visto limitado, penalizando con ello los gastos extraordinarios del viaje. Una situación que ha terminado por confirmar la temporada menos rentable de los últimos años, periodo pandémico al margen.

Así, han explicado que el convenio colectivo ha incrementado un 25,3% los gastos en plantilla desde 2018, mientras que el precio de los menús, afirman, ha subido un 10 % en el mismo periodo, a pesar de que la subida en los precios de la restauración en Baleares ha sido de al menos el doble, según la evolución del Índice de Precios al Consumo (IPC) que recogen INE e Ibestat. «Hay una brecha enorme entre los hoteles y los restaurantes; me parece muy bien que los hoteles suban los precios todo lo que quieran subirlos, pero hay muchas cosas que nos diferencian y estamos ambos sectores en un convenio de 42 páginas que hasta la treinta y tantos no empieza a hablar de restaurantes», señala Amable para incidir en que la bajada en ingresos de esta temporada probablemente se traducirá en un cierre anticipado de muchos negocios ubicados en zonas turísticas de Mallorca y resto del Archipiélago. Afirma que de mantenerse un convenio unificado «los restauradores tenemos muy mal futuro». Y más, recalca, «con la nueva subida salarial del 5 % que ahora están pidiendo los sindicatos».

En referencia a las exigencias sindicales, Amable se ha referido también a la reducción de la jornada laboral (precisamente, UGT y CCOO han estado esta mañana en Plaza de España repartiendo folletos sobre los beneficios de la jornada de 37,5 horas semanales). A su parecer, el problema radicaría en la cuestión de la productividad, ya que «si la gente es capaz de hacer los mismo en 37,5 horas que en 40, yo encantado». Además, ha señalado que en un convenio «se pueden negociar muchas otras cuestiones aparte del salario o las horas de trabajo».

Por su parte, Matas ha señalado que a pesar de que la petición de un convenio propio es una reivindicación que ha recorrido los últimos 15 años, la situación desde entonces «ha empeorado mucho y los restaurantes estamos siendo estrangulados».