Calle de Punta Ballena (Magaluf) en temporada baja. | Michel's

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La temporada turística se da prácticamente por finiquitada por la inmensa mayoría de los establecimientos de ocio nocturno. Después de un mes de septiembre que la patronal del sector ha definido como «complicado», las barreras ya se están bajando definitivamente en estas semanas para los negocios ubicados en las zonas turísticas y que detienen su actividad en la temporada baja. Los ingresos de este verano han sido menores de lo esperado, especialmente en comparación a las dos últimas temporadas, cuando el cierre general se dilató hasta el mes de noviembre. La Asociación de Establecimientos de Ocio Nocturno y Diurno (ABONE) estima en un 15 % el descenso en la facturación con respecto a la temporada de 2023.

La caja se ha concentrado en los meses de mayor afluencia turística, julio y agosto, con más de tres millones de llegadas en cada uno de ellos. El resto de la temporada ha resultado bastante plana, asegura Miguel Pérez-Marsá, presidente de la patronal. «En las zonas turísticas se ha notado bastante este descenso», señala para añadir que «este mes de septiembre ha sido bastante complicado, con gente abriendo solo en fines de semana; no hay mucha actividad».

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Así, se espera que la práctica totalidad de los locales cierren sus puertas en las zonas costeras (con la excepción de Palma), en núcleos como Magaluf, Santa Ponça, Alcúdia, Cala Rajada o Cala d’Or. Si la temporada hubiera sido más boyante, admite Pérez-Marsá, probablemente se estarían manejando otros calendarios. Pero no ha sido el caso. «La verdad es que no ha respondido a las expectativas: el efecto champán de la pospandemia, con mucha gente viajando con ganas de gastar se ha acabado y no hemos tenido la actividad que tuvimos en 2022 y 2023».

Para el presidente de la patronal, los motivos hay que buscarlos en un contexto global en que la desaparición del ahorro embolsado durante la crisis sanitaria ha coincidido con un significativo encarecimiento de los billetes de avión y del alojamiento. «El turista sigue viajando, pero con menos dinero para gastar porque el avión y los hoteles concentran cada vez una mayor parte del gasto: todo ha subido y el viajero simplemente trata de ajustar su presupuesto». La mayoría de la oferta complementaria se ha quejado de una temporada sustancialmente inferior a la pasada en términos de facturación. Y eso a pesar de que los datos de INE e Ibestat sobre llegadas y gasto turístico muestran incrementos en ambos apartados hasta el mes de agosto. Así, en los primeros ocho meses del año llegaron un 4,7 % más de visitantes que dejaron un gasto un 12 % por encima del registrado en el mismo periodo del año pasado.