Un momento de la plegaria del obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, en el Santuari del Crist de la Sang. | R.L.

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El obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, presidió este miércoles por la tarde en el Santuari del Crist de la Sang, en Palma, la Pregària per la Pau al Pròxim Orient, la terra de Jesús, en la que, siguiendo al papa Francisco, hizo un «llamamiento de paz, justicia y fraternidad con todas las religiones, confesiones cristianas y toda persona de buena voluntad, y declaramos firmemente que las religiones no deben incitar nunca a la guerra y no instar a sentimientos de odio, hostilidad o extremismo, ni invitar a la violencia o al derramamiento de sangre».

El obispo incluyó la petición a Dios de que «crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a curar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo. La política, tan denigrada, es una altísima vocación y es una de las formas más preciosas de la caridad porque busca el bien común. Tenemos que convencernos de que la caridad no es sólo el principio de las microrrelaciones, como en las amistades, la familia o los pequeños grupos, sino también de las macrorrelaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas».

Taltavull rogó también a Dios que «nos regale más políticos a los que les duela de verdad la sociedad, el pueblo y la vida de los pobres. Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y atención de la salud de todos los ciudadanos. Estoy convencido que, a partir de una apertura a la transcendencia, podría formarse una nueva mentalidad política y económica que ayudaría a superar la dicotomía absoluta entre la economía y el bien común social».

El obispo de Mallorca convocó a los presentes a asumir la cultura del diálogo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento recíproco como método y criterio. Antes de bendecir finalmente a los asistentes, Taltavull pidió a Dios que «prepare nuestros corazones para el encuentro entre hermanos, más allá de las diferencias de ideas, lengua, cultura o religión; que nos llene de misericordia, que cura las heridas de los errores, las incomprensiones y las controversias; y que nos conceda la gracia de enviarnos, con humildad, a los caminos arriesgados, pero fecundos, de la búsqueda de la paz».