Benjamín Lechuga, antes de la entrevista. | Alejandro Sepúlveda

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Benjamín Lechuga trabajaba de agente forestal en la empresa pública Tragsa limpiando caminos, llevando el cuidado de árboles emblemáticos, retirando los restos de la tormenta Filomena en la Serra, desbrozando y cortando grandes troncos caídos... Iba enlazando contratos de seis meses, el último expiró en junio y la empresa no le renovó. Así fue como se quedó en el paro, pese a llevar meses de baja, de una baja laboral que la empresa cuestiona.

«Cobro el paro desde el 12 de junio y se me termina este mes», explica. «Según la normativa si es una baja común consume paro y si es laboral, no», ha averiguado. Sin embargo, Benjamín Lechuga acudió a la Seguridad Social donde le explicaron que la mutua de la empresa tiene que asumir su responsabilidad y hacerse cargo de los pagos una vez cesado el contrato, sea cual sea el motivo de la baja.

«Me han pedido muchos papeles pero ahora han accedido a pagar desde que me quedé en el paro y hasta que me den el alta. Me ha costado meses de reclamaciones», explica. Es más, si bien la mutua ha aceptado el error y hará un sólo pago con todos los atrasos, él a su vez deberá volver de golpe todo lo cobrado del paro a través del SEPE.

Toda esta inseguridad económica le sucede mientras que «la rodilla se me va cada vez que me agacho», explica, sin que pueda hacer vida normal ni buscar otro trabajo.

Todo empezó el 1 de diciembre del año pasado, «se me quedó enganchada la motosierra en un árbol y al estirar de ella la rodilla me hizo crack». En ese momento hizo un parte y acudió a la mutua. Le vieron en una ecografía una rotura de menisco. «Sabía que necesitaba reposo pero justo llegaban las vacaciones de Navidad cuando trabajo en eventos, así que descansé dos semanas y pedí el alta voluntaria mientras tenía vacaciones en Tragsa», cuenta.

Semanas después se notaba sobrecargado, más cuando se rompió un tractor y tenían que hacer más levantamiento de ramas de forma manual. «Cada vez me notaba cada vez más cargado, llegaba a casa con las piernas temblando», explica. Un día, con un gesto muy sencillo, notó como reventaba el ligamento cruzado.

Ahí empezaron los problemas. La mutua se negaba a hacer más pruebas de las necesarias si no recibía un parte de accidente laboral por parte de la empresa y Tragsa se demoró hasta que renunció a hacerse cargo del accidente, «dijeron que ya tenía problemas previos».

Al final acudió a la sanidad pública donde le dieron la baja y le derivaron a Traumatología. El pasado verano, el especialista le confirmó que debían operarle y reconoce haber tenido suerte en este aspecto, a día de hoy ya le ha llamado el anestesista y le darán cita antes de mediados de noviembre.

Sin embargo, Benjamín lamenta el trato que le han dado entre todos. Acusa a la mutua de evadir sus responsabilidades enviándolo a la sanidad privada cuando era su obligación intervenirle, según le han explicado a posteriori. Y cree que la reacción de la empresa, negando el accidente laboral, es a modo de represalia por haber denunciado públicamente, meses antes, que les daban equipos de protección individual caducados o en malas condiciones.