La policía iraquí cuenta con el testimonio de varios testigos para
resolver el caso del agregado español José Antonio Bernal,
asesinado junto a su casa el pasado jueves, y espera tener
resultados concretos en una semana.
El coronel Sabah Fadeh, jefe de la Comisaría Central del
distrito de Karkh (toda la mitad oeste de Bagdad), dejó claro ante
todo que el hecho de que la calle donde vivía Bernal estuviera
desprotegida se debió a que «la embajada española nunca nos
comunicó que ahí viviera un diplomático».
El guardián de noche del domicilio de Bernal, que dejó su puesto
una hora antes del asesinato, se presentó voluntariamente a
declarar y ha sido detenido en calidad de testigo, no de
sospechoso, aclaró el coronel, un dato que confirmó el secretario
de Estado de Asuntos Exteriores, Ramón Gil Casares.
La detención se debió al testimonio de una vecina de Bernal, que
aseguró que el guardián se había entrevistado dos días antes del
crimen y en la misma calle con alguien que se encontraba dentro de
un Opel de color marrón y con matrícula extranjera. Estas
características coinciden con la descripción que los policías
presentes en la calle dieron del vehículo donde viajaban los cuatro
hombres que asesinaron a Bernal de un tiro en la nuca cuando
intentaba huir.
Estos dos policías han sido también convocados por los
investigadores para poder trazar un «retrato robot» de los hombres
que acabaron con la vida del agregado español de Información, pero
en principio están fuera de toda sospecha.
Por último, queda por interrogar a fondo a la sirvienta que
trabajaba con Bernal, aunque ya ha sido oída en una primera
declaración, dijo el coronel.
Este responsable policial, que se personó en el lugar de los
hechos cuando el cadáver de Bernal aún yacía desangrado en el
suelo, ha asignado para el caso a dos oficiales apoyados por varios
asistentes, ya que considera que este es un caso importante dado el
cargo de la víctima.
Fadeh no quiso adelantar si la policía privilegia la tesis del
secuestro fallido o del asesinato, pues dijo estar «en un estadio
muy preliminar de la investigación».
Tampoco quiso pronunciarse sobre si el asesinato parece revestir
una naturaleza política o fue obra de delincuentes comunes.
El coronel adelantó, sin embargo, dos ideas sobre las que
trabajan: que los atacantes parecen todos iraquíes, no extranjeros,
y que el primer hombre que llamó a su puerta no era verdaderamente
un clérigo chií, sino que iba disfrazado. Pese a ese supuesto
disfraz, también aventuró su creencia de que Bernal conocía a
alguno de sus asesinos.
Aparte de los testigos, las únicas pruebas materiales con que
cuenta la policía hasta ahora son tres casquillos de bala de 9
milímetros -probablemente de una pistola iraquí de marca Tarik- y
las huellas dactilares recogidas en el timbre y en el portón de la
casa donde vivía Bernal.
Asegura el coronel que la policía tiene bancos de huellas
dactilares que pudieron ser salvados de los destrozos y los saqueos
tras la caída del régimen de Sadam, y que servirán para cotejar las
huellas dactilares recogidas de casa del español.
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