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Representantes del Gobierno y de la comunidad científica garantizaron ayer la calidad de los productos del mar comercializados en España y refutaron las conclusiones de un informe de la Universidad de La Coruña sobre la contaminación de pescados y mariscos, ya que los análisis se hicieron en caladeros cerrados. Precisamente hoy se cumple un año del hundimiento del petrolero frente a las costas gallegas.

La fecha y las zonas en las que se realizaron los análisis llevaron a destacados miembros del Gobierno a rebatir las conclusiones del estudio ya que, según el vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de la Presidencia, Javier Arenas, las pruebas se realizaron en caladeros cerrados y «no se puede hablar de ningún tipo de incidencia» en la cadena alimentaria.

El vicedecano de Biología del centro universitario de La Coruña, Juan Freire, responsable del estudio, explicó que los hidrocarburos policíclicos aromáticos presentes en organismos vivos «podrían afectar a las personas si el consumo de pescado y marisco se realizase frecuentemente en un período de entre 20 y 30 años». No obstante Freire explicó que el informe se centró en el impacto ambiental del vertido y no en el efecto para la seguridad alimentaria y advirtió que los últimos muestreos se realizaron en primavera, cuando todavía muchas zonas estaban cerradas a la actividad pesquera.

La presidenta de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESA), María Neira, ratificó que la contaminación «nunca entró en la cadena alimentaria».

Neira, quien explicó que se han realizado 42.000 inspecciones y casi 1.100 controles analíticos, no puso en duda la veracidad de los análisis de la Universidad de La Coruña, pero destacó que las zonas concretas de las que se extrajeron las muestras estaban «altamente contaminadas» y cerradas en ese momento a la pesca y al marisqueo, por lo que los productos nunca pudieron llegar al consumidor. Por este motivo la ministra de Medio Ambiente, Elvira Rodríguez, consideró «muy curioso» y «de una intencionalidad sospechosa» la publicación del informe esta semana.

Los tanques del 'Prestige', hundido a más de 3.800 metros, pierden «menos de 10 litros diarios» de fuel, explicó el responsable de los trabajos de extracción del combustible y vicepresidente de Repsol, Miguel A. Remón. La extracción del fuel que aún se encuentra en los tanques, unas 14.000 toneladas, costará «entre 50 y 100 millones de dólares».