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El colegio electoral frente a la estación del Pozo del Tío Raimundo, uno de los escenarios de los atentados, registró ayer una participación masiva de los vecinos de este barrio obrero de Vallecas, al igual que en Atocha y en Santa Eugenia; entre ellos heridos y bomberos que rescataron a decenas de personas y que todavía no logran conciliar el sueño.

Muchos de los 7.431 votantes censados en el colegio de Educación Infantil y Primaria «Madrid Sur» solicitaban ayer la retirada del siniestro vagón que se encuentra estacionado en el aparcamiento de la estación del Pozo, rodeado por una valla metálica en la que se amontonan cientos de cirios, ramos de flores y mensajes de apoyo a las víctimas y de repudio al terrorismo.

Entre ellos el bombero José Antonio Arquer, uno de los primeros en acudir el día del atentado a la estación y que ayer se vio obligado a pedirle a un compañero de trabajo que le acompañara a votar, «porque no era capaz de venir aquí», explicó él mismo con lágrimas en los ojos.

Algunos de los votantes depositaban su voto y se iban de nuevo al hospital para visitar a familiares heridos por el atentado, mientras otros todavía mostraban señales de cortes de cristales en el rostro, como Sara Ejido, de 22 años, que viajaba en el primer vagón del tren y a la que la explosión estalló los tímpanos.

La masiva afluencia obligó a los policías municipales a organizar la entrada de los ciudadanos al colegio, dada la acumulación de los votantes en el interior del mismo y, salvo algunos gritos de rabia, no hubo incidencias.

Los vecinos de Atocha acudieron a las urnas con la mirada puesta en la vecina estación. La estación de Atocha se ha convertido en un improvisado altar donde los españoles rezan y expresan su dolor y descontento con las autoridades. «¿Ya has votado? Vas a votar por la paz, ¿verdad?», preguntaba un jubilado a otro en el parque cercano.