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EUROPA PRESS-BILBAO La bomba que ETA colocó en la madrugada del domingo en el Juzgado de Paz de Sestao contenía 5 kilos de cloratita y, según revelan los análisis realizados por la Ertzaintza, muy posiblemente estaba reforzada con otra sustancia para aumentar su poder destructivo. Además, el visionado de las grabaciones de las cámaras apuntan que en el atentado intervinieron tres militantes de la banda terrorista, dos que vigilaban y otro que colocó la mochila cargada con el explosivo a las puertas de la sede judicial. Uno de ellos, el que colocó la mochila, podría ser Jurdan Martitegi Lizaso, huido desde hace un año y que también habría perpetrado otros dos atentados recientes de ETA.

Las cámaras de seguridad de la sede judicial, orientadas hacia la puerta del edificio, captaron las imágenes de los tres etarras que perpetraron el atentado. En la grabación se observa a dos individuos merodeando por la zona y, posteriormente, como otra persona, «muy alta», con un gorro y a cara descubierta, coloca la mochila. Se sospecha que esta tercera persona podría ser Jurdan Martitegi, autor, junto a Arkaitz Goikoetxea, del atentado perpetrado el pasado 11 de noviembre en el Juzgado de Getxo y también del atentado del pasado mes de agosto contra el cuartel de la Guardia Civil de Durango.

Martitegi Lizaso es un presunto miembro de ETA, huido desde hace aproximadamente un año, que ya ha sido detenido por la Ertzaintza con anterioridad en dos ocasiones por actos de kale borroka. La primera en 1997 por participación en desórdenes públicos y la segunda en 2000 por el ataque a una sucursal bancaria de Galdakao.

Además, los análisis de los restos de la explosión, que se produjo minutos antes de la una de la madrugada después de que ETA avisara de su colocación, confirman que la mochila bomba que ETA colocó frente al Juzgado de Paz de Sestao contenía cinco kilos de cloratita potenciados con otra sustancia todavía sin determinar. Pese a la magnitud de la explosión, que destrozó las grandes puertas de madera de la entrada del edificio y dejó un socavón de dos metros de profundidad, no hubo que lamentar daños personales, aunque los materiales fueron cuantiosos, no solo en el propio juzgado, sino también en los edificios cercanos.