El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, admitió ayer en el Congreso las «serias» dificultades por las que pasa la economía española y su «debilitado» crecimiento, aunque descartó la recesión y se resistió a hablar de crisis, lo que le enfrentó a todos los grupos de la oposición. En su intervención extraordinaria en la Cámara Baja para analizar la situación económica y explicar las medidas tomadas para afrontarla, Zapatero aseguró que desde el Gobierno «sabremos recuperar la economía y el empleo», manteniendo los compromisos de gasto social.
Durante su comparecencia, Zapatero se refirió a la coyuntura económica con términos como «deterioro» o «empeoramiento», y reconoció que el crecimiento se «debilitará» en los próximos meses. No obstante, rechazó totalmente la posibilidad de una recesión y en ningún momento utilizó la palabra «crisis».
Ante esta estrategia, los portavoces de todos los grupos de la oposición coincidieron en criticar al presidente, empezando por el líder del PP, Mariano Rajoy, quien prometió a Zapatero todo su apoyo, siempre que éste reconociese la «gravedad de la crisis». El presidente del PP le pidió para ello un «poquito de humildad» y el «coraje necesario», y le aseguró que está dispuesto a llegar a acuerdos si así lo hacía.
Zapatero respondió a este envite pidiéndole a Rajoy que tenga también el coraje de reconocer que perdió las elecciones generales porque así lo quisieron los ciudadanos y no porque hubiese unas previsiones económicas mejores que las actuales. Además, mientras Rajoy consideró que España está en «peores condiciones» que otros países para encarar la crisis, Zapatero insistió en que está mejor preparada que hace cuatro años.
Aseguró que, antes de que acabe este mes, el Gobierno remitirá al Consejo General del Poder Judicial el anteproyecto para las reformas de la Ley de Enjuiciamiento Civil y de la Ley de Arrendamientos Urbanos, para favorecer la salida al mercado del alquiler de viviendas deshabitadas.
El discurso de Zapatero no sólo se encontró con el rechazó del PP, sino también del resto de los grupos de la oposición, que estuvieron mucho más duros que en otros debates, insistieron en pedir a Zapatero que asuma la realidad y admita la crisis, y criticaron especialmente la devolución fiscal de 400 euros. El portavoz de CiU, Durán i Lleida, pidió a Zapatero que admita la crisis para poder afrontarla, y más tarde le ofreció su apoyo, siempre que «se reconozcan los errores cometidos y se apliquen medidas correctivas para salir adelante».
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