Iñaki Fernández y Jaime Salvà, aparejador y arquitecto de las promociones. | Teresa Ayuga

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Santa Catalina y el Casc Antic, 'explotadas' hasta la saciedad, han pasado a un segundo plano en el radar de los potenciales inversores inmobiliarios del norte de Europa. Cuando se recrudece el debate sobre la posibilidad de limitar la venta de viviendas a extranjeros en Baleares, toda la franja de Palma que incluye Son Armadans, Gomila y El Terreno se ha convertido en el objeto de deseo de los compradores. Escandinavos, con alto poder adquisitivo y con intención de establecer su residencia fija en Mallorca, el perfil de los nuevos residentes.

La promotora finlandesa Bellver Park fue la primera en ver el potencial urbanístico a la zona. Así, en 2020 adquirieron tres inmuebles abandonados distanciados por apenas 30 metros: en uno estaba ubicada la olvidada discoteca Bésame mucho; otro, en la calle Camilo José Cela, albergaba el antiguo club Delfos; mientras que en el tercero, contiguo a este, también había un club de alterne y un supermercado. Todos estaban 'okupados'. Ahora se erigen tres promociones de 25 viviendas de lujo que ya están prácticamente terminadas y vendidas casi en sus totalidad; la mayoría a clientes finlandeses y suecos. El precio, no apto para todos los bolsillos. Los áticos se han vendido por 2.400.000 euros. Tienen 300 metros, vistas al castillo de Bellver y piscina privada en la terraza. El sueño de muchos, al alcance de muy pocos.

Render de uno de los áticos de la promoción finlandesa.
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Será uno de los últimos edificios de Palma en contar con una piscina en terraza, porque el Consistorio palmesano decidió prohibirlas en 2020 en el centro histórico y el barrio del Jonquet en el PGOU, poco después de que la promotora lograra los permisos, para luego ampliar la limitación al resto de la capital palmesana. «Queremos devolver al barrio su esencia del pasado. Son Armadans y El Terreno fueron el lugar de veraneo de la clase pudiente de Palma; con la llegada de nuevos residentes, volverá a recuperar su esplendor», explica el arquitecto Jaime Salvà, responsable del proyecto.

En este sentido, Salvà hace hincapié en que promociones de este tipo ayudan a la zona, que vivirá un efecto contagio. «Son Armadans tendrá una necesaria limpieza de cara, gracias a la llegada de nuevos residentes. Tienen otras necesidades, que los establecimientos terminarán cubriendo. Además, la reforma del Paseo Marítimo, así como los nuevos inmuebles que se están construyendo en la zona de Gomila, van a auspiciar el cambio», augura Salvà. Y no es para menos, la promotora finlandesa sigue buscando nuevos inmuebles en los que invertir y seguir construyendo. Los nuevos vecinos de Son Armadans vienen del frío.

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Imagen de Bellver Gardens, en la calle Camilo José Cela, que se entregará en junio.

¿Qué atrae de Mallorca a los compradores del norte de Europa? El buen tiempo, las excelentes conexiones aéreas y que haya colegios internacionales en Mallorca. «Hay inversores extranjeros que buscan viviendas unifamiliares cerca del mar, pero cada vez aumenta el perfil del comprador que busca viviendas en Palma, en un barrio como Armadans, que le permita ir andado a la mayor parte de sitios», apunta Jaime Salvà, que se resiste a nombrar la palabra 'gentrificación' y prefiere hablar de «renovación». La primera promoción estará finalizada para el mes de junio, mientras que las llaves de las dos siguientes se entregarán a finales de este 2023 y 2024.

El apunte

Son Armadans, un barrio residencial de Palma con precios al alcance de muy pocos

Son Armadans ha sido un barrio en el que adquirir una vivienda siempre ha sido muy difícil. Eso, a pesar de las quejas de mucho residentes, que alertaban del ruido por las discotecas en la zona que, poco a poco, comienzan a echar el cierre en esta barriada. Lo confirma Catalina Llompart, presidenta de la asociación de vecinos de Son Armadans: «Siempre ha sido una zona carísima donde encontrar un piso a un precio asequible es casi imposible. Mis hijos se han criado en el barrio y cuando han intentado comprar una casa aquí, se han dado cuenta de que no se lo podían permitir», finaliza .
Según los datos elaborados por el Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (API), extraídos del Registro de la Propiedad, adquirir una vivienda usada de unos 130 m2 en 2019 suponía 3.477,67 €/m2, en 2022 ascendía ya a 4.944,69 €/m2.