Basura en la calle de San Fernando.

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La historia se repite cada verano. Con el calor, la basura acumulada en la calle San Fernando se vuelve nido de insectos y malos olores, que escalan hasta los primeros pisos de los edificios. Acorralados por la suciedad, los vecinos de esta calle vuelven a protestar -como ya lo han hecho en años anteriores- ante lo que consideran un «abandono y dejadez» por parte del Ayuntamiento y Emaya. «Solo pedimos lo mismo que otras zonas colindantes: servicios de limpieza e instalaciones decentes. Estas manzanas parecen propias de una calle del tercer mundo», denuncia Purificación, residente en el barrio.

Papeles y suciedad se esparcen sobre las aceras. Los contenedores, aseguran los vecinos, apenas se vacían: «Hay bichos y olores por todo», incide María Luisa García, quien vive cerca del antiguo cine Lumière. El pasado año, tras exponer la situación en Ultima Hora, notaron que «se reforzó la limpieza, pero duró poco, al cabo de unas semanas estábamos igual». Preguntados por sus quejas, algunos vecinos apuntan, efectivamente, a una limpieza deficitaria, pero también reconocen que «también es un problema de civismo. Hay vecinos que dan de comer a las palomas, dejan las bolsas de basura en cualquier lado e incluso tiran cosas por la ventana o el balcón», reconoce Purificación. Hartos ya de vivir entre basura, muchos residentes vuelven a hacer públicas sus reivindicaciones para reclamar una solución definitiva a una dejadez recurrente. «Solo queremos una calle limpia», remarca María Luisa García.

Sin mercado ni cine, pero con okupas

Problemas de limpieza aparte, los vecinos aquejan el «abandono» de la calle señalando el antiguo mercado de San Fernando y el cine Lumiere, cerrados en los últimos veinte años. Ambas instalaciones se encuentran tapiadas y en estado de abandono: fachadas desconchadas y con pintadas vandálicas, barreras echadas y alrededores llenos de papeles y basura. «Es una pena, porque antes había mucha vida. Veías a los vecinos en los puestecillos del mercado y venía gente a ver las películas, critica Francisca Garau, residente en el barrio, muy apenada por lo poco que queda del ambiente que en su día tuvo esta calle. «Ahora tenemos okupas», apostilla, en referencia a la antigua sucursal bancaria okupada durante años, nido de conflictos y delincuencia, y que fue desalojada a principios de año.