Un vecino observa las pintadas de un portal. | Miquel Àngel Cañellas

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A menos de 500 metros del despacho del alcalde, Jaime Martínez, se encuentra el paraíso de los grafiteros o el infierno de los propietarios de portales, comercios y plantas bajas. La calle Sindicat y los callejones que la circundan son la muestra extrema de cómo una ciudad turística de primer orden podría pasar por una zona abandonada y dejada por las autoridades.

El Ajuntament de Palma se ha comprometido a acabar con las pintadas vandálicas pero solo en la calle Sindicat y alrededores tiene un trabajo ingente, a pesar de que se encuentra cerca de sa Gerreria, una de las zonas al alza en materia turística, con varios hoteles boutique y amplias áreas de bares y restaurantes.

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Imagen de un tramo de la calle Sindicat. Foto: Miquel Àngeñ Cañellas

El coste de limpiar las fechadas está congelado hasta julio de 2025 en 2 euros el metro cuadrado pero no parece que esta tarifa reducida tenga consecuencias positivas en la zona. Cort ha anunciado que trabaja en la redacción de la nueva ordenanza cívica en la que el grafiti pasará de infracción leve a infracción muy grave con una sanción de hasta 3.000 euros