Imagen del edificio principal del antiguo restaurante Pequeño Mundo.

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Fue un icono y un escenario asociado durante años a la celebración de bautizos y comuniones, un restaurante pionero en muchas cosas y con marcado carácter familiar. Pero el paso de los años, el cambio de propiedad y una serie de circunstancias han llevado a que su imagen actual diste años luz de la que en las décadas de los 80 o 90 ofrecía.

Organizar o acudir a un evento en el restaurante Pequeño Mundo, en el Coll d'en Rabassa, hoy en día frente al centro comercial Fan y escondido al pie del acceso a la autovía que conduce a Palma, era una señal de distinción social, un lujo de la época. Pero también una fiesta para los más pequeños, que podían disfrutar de los atractivos que, más allá del banquete, ofrecía el recinto.

Acceso al restaurante, hoy abandonado y cerrado.

Un amplio jardín, con un parque y columpios de los de siempre, de hierro y coloreados, su fuente... Esto último es de lo poco que queda en pie, junto con las jaulas para animales y el edificio principal, cerrado a cal y canto tras su última etapa como restaurante, con un nombre similar al original (Gran Mundo), pero con un perfil gastronómico (Wok, bufet...) alejado de sus orígenes.

Parque infantil en estado de abandono.

La vegetación ha escondido muchos de aquellos recuerdos, a lo que se suma la basura amontonada, o los vertidos que aparecen en su camino de acceso. Las verjas de acceso al jardín aparecen rotas y el acceso principal muestra señales de un largo periodo de abandono tras años de esplendor que hicieron del Pequeño Mundo un lugar de referencia y un nombre conocido por miles de mallorquines.

Verja rota en uno de los muros del establecimiento.

Abrió sus puertas en verano de 1974, en una superficie de 4.000 metros cuadrados, dando trabajo a medio centenar de personas en un espacio con sala de restaurante a la carta, otra reservada a banquetes y una tercera de diferente uso. En sus exteriores, un bar, los citados parque infantil y jardín y demás atractivos hacía del Pequeño Mundo un espacio diferente, singular, que resistió de inicio a un cambio de propiedad en los 80, pero al que la pandemia pareció asestar un golpe casi definitivo.

Vertidos ilegales en el camino de acceso a lo que fue el restaurante.

Hoy, algunos curiosos apuntan sus miradas hacia allí cuando se incorporan a la autovía o se dirigen a la parada de autobús próxima, desde la que se observan los desangelados y descuidados jardines por los que muchos de ellos probablemente corretearon, jugaron e incluso llegaron a celebrar o asistir a alguna celebración familiar. Hoy, aquellos tiempos quedan muy lejos. Y aquellas risas de los niños y niñas que lo convirtieron en un lugar único.