Algunos vecinos afectados por la implantación de las plantas. | Jaume Morey

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Los vecinos de Son Espanyol llevan un tiempo alzando la voz para pedir que se paralice la implantación de dos megaparques fotovoltaicos en su barrio. Uno de ellos está situado en Son Magraner, abarca 37.772 metros cuadrados y sus obras ya están en marcha; el otro, ubicado en Son Ripollet, aún no se ha comenzado a construir y contará con una extensión de 88.699 metros cuadrados.

Adheridos a la plataforma ‘Renovables sí, així no’ llevan desde finales de 2023 movilizándose para que el Ajuntament de Palma les escuche. De hecho, ya han presentado varias quejas y un escrito en el que se solicita al Consistorio una moratoria de la tramitación de los proyectos fotovoltaicos hasta que los mismos no cuenten con la pertinente Planificación Territorial y Energética, tal y como estipula la Ley 10/2019 de Cambio Climático y Transición Energética de les Illes Balears en sus artículos 45 y 46.2.

En la puerta de casa

Miguel, Magdalena, Pedro, Esperança, Vicenç, Paquita y Tomeu, son algunos de los vecinos que se ven afectados por la instalación de estos parque de placas solares. Y es que, en algunos casos, como el de Miguel, la planta estará prácticamente en frente de su casa. «Desde hace unos días hay varios operarios que pasean y hacen fotos del terreno», dice desde la terraza de su casa donde se puede ver perfectamente la superficie de Son Ripollet.

Son Ripollet visto desde la terraza de Miguel.

«Queremos que se deje claro la distancia a la que tienen que estar las placas de las casas», explica Magdalena, «y también que se hagan estudios de impacto medioambiental y social», añade Tomás, un vecino al que no le afecta personalmente la instalación fotovoltaica, pero que empatiza con los que si padecerán las consecuencias. «No me afecta directamente, pero afecta a mi entorno. Esta no es la ciudad que quiero. La que quiero es una llena de árboles, respetuosa con el medioambiente y con la sociedad en general», apunta.

Motivos

Ya el pasado julio, la asociación vecinal de Son Espanyol, presentó un escrito en el que exponía el porqué de su oposición. En este sentido, defendían el papel que desempeñan los terrenos rústicos de cara a la preservación de la biodiversidad y el equilibrio ambiental; el cual se vería dañado, ya que se perdería paisaje tradicional y tierra productiva. También argumentaban que se produciría una desertización del suelo; se alteraría drásticamente el paisaje rural y afectaría a la estética y el atractivo natural de la comunidad. En el caso de Son Magraner, «estaba todo sembrado y de la noche a la mañana había un cartel y ningún árbol. Todo arrasado. Lleva así ya dos meses», puntualiza Tomeu.

Otra cuestión que preocupaba, y sigue preocupando, a los vecinos son los posibles efectos que pueden tener las placas solares sobre la salud, la calidad de vida y el bienestar de los residentes. «Nos preocupa el aumento de las temperaturas, porque como están tan cerca de las viviendas, el calor que desprenderán los parques nos lo vamos a comer entero», lamenta Esperança. Asimismo, señalan que «empeorará la calidad del aire» y que «como nadie les ha explicado nada», no saben qué pasará en el futuro con los residuos de los dispositivos, ya que su obsolescencia es limitada y «ronda los 20 años».

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Estado actual del parque situado en Son Magraner.

Durante estos meses la entidad vecinal se ha reunido con responsables del Ajuntament para recibir explicaciones sobre los parques fotovoltaicos, recibiendo como respuesta que el acuerdo se firmó en la anterior legislatura. Pese a ello, han insistido en mantener un encuentro con el regidor de Urbanisme, Óscar Fidalgo, que aún no se ha podido dar por cuestiones de agenda y personales. La última cita estaba concertada para el 23 de junio, la cual se tuvo que anular por el derrumbe de la terraza del Medusa Beach Club en s’Arenal. Sin embargo, los vecinos indican que el alcalde Martínez les ha asegurado que se reunirá con ellos.