La campaña de exportación de la patata en sa Pobla no vive un buen
momento. Así lo han anunciado fuentes de la cooperativa payesa
Esplet, apenas tres semanas después de su comienzo.
La globalización del mercado de la patata ha impedido fijar un
precio de compra y los payeses intentan colocar la patata al precio
que buenamente pueden.
Actualmente las cooperativas privadas compran la patata blanca a
50 pesetas el kilo y a 40 pesetas el kilo la patata amarilla. Estas
cifras suponen un descenso del cincuenta por ciento respecto al
precio de mercado fijado el año pasado en 100 y 80 pesetas,
respectivamente, por estas mismas fechas.
La bajada de los precios responde a dos causas principalmente,
según explican desde la cooperativa payesa Esplet. Por una parte,
el mercado de exportación de la patata ha vivido en los últimos
años un movimiento de globalización en el que las grandes empresas
marcan la competencia. El mercado libre impide además establecer un
precio mínimo o máximo de compra por lo que al pequeño productor le
resulta muy difícil competir y la competencia es cada vez más
abundante.
Países como Egipto, Israel y Chipre se han convertido en grandes
competidores para España. En el sur de España, la producción ha
bajado en un treinta por ciento durante este año. Aunque a sólo
tres semanas del inicio de campaña resulta prácticamente imposible
prever un precio final, la cooperativa Esplet se ha marcado como
objetivo que el payés no pierda dinero.
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