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E. BALLESTERO «Es un insulto para el pueblo de Pollença no permitir a la alcaldesa presidir la procesión del Davallament por el simple hecho de ser mujer». Así se explicaba ayer la alcaldesa de Pollença, Francisca Ramon, tras la polémica desatada en la tarde noche del Viernes Santo cuando insinuaron a la alcaldesa que se uniera a las plañideras y dejara presidir el «Davallament» a Felip Cerdà, descendiente de la familia de Can Pontico, antigua propietaria del Calvario.

Ramon rechazó la invitación y fue entonces cuando le comunicaron que los estatutos de las capes no permiten que una mujer presida el «Davallament». Lo cierto es que nadie vio ayer esos estatutos y son muchos los que dudan de su existencia. Francisca Ramon explicaba ayer: «Por los comentarios que me hicieron consideré que no me querían en la procesión y opté por no ir». La alcaldesa entiende que «sería necesario cambiar los estatutos si es que existen» y así se lo comunicó a la familia de Can Pontico.

Algunas personas apuntaban el viernes que el hecho de ser socialista, además de mujer, también ha podido influir en la decisión de dejar fuera a la alcaldesa. La Policía Local recordó a Francisca Ramon que en una ocasión la presidenta del Consell, Maria Antònia Munar, participó en el «Davallament» con las capes, una noticia que disgustó a la alcaldesa: «Por eso todavía encuentro más triste el trato que me han dado».