La Associació de Falconeria de Balears celebró ayer una diada sobre
cetrería en la finca de Son Albertí de Llucmajor. La lluvia no fue
obstáculo para poder llevar a cabo los actos principales previstos
y sólo consiguió deslucir un poco el espectáculo de este arte
ancestral, que sobrevive desde tiempos inmemoriales. Se puso de
manifiesto el arte de criar y enseñar para la caza los halcones y
otras aves de presa, y quedó claro que entre persona y animal se
establece una relación directa, casi mágica y muy misteriosa.
La Associació de Falconeria está presidida por Antoni Mas. La
entidad surgió en el año 1974, convirtiéndose en la primera
asociación de este tipo del Estado. Quien motivó su fundación fue
Félix Rodríguez de la Fuente, junto con Rafel Adrover, Tomeu
Bordoy, Lluís Sánchez y Rafel Mercadal, entre otros. En la
actualidad, cuenta con cerca de 50 socios y su función principal es
controlar las aves, las licencias y permisos de caza, además de
promover un encuentro anual.
Todos criados en cautividad y con los requisitos pertinentes,
los halcones, razas harris-howk, azors, y buteo de cola roja,
peregrinos, sacros e híbridos, también, fueron evaluados por tres
jueces: Antoni Mas, Paulino Vázquez y Jaume Tomàs.
Se comprobó la potencia del animal, estilo de vuelo y puesta
sobre el brazo del halconero. Se soltaron conejos, palomas,
codornices, perdices, un faisán y un conejo. Y el espectáculo,
evidentemente, fue único. Halconadas y ataques nunca pensados por
los mejores estrategas, fascinaron a los asistentes, muchos de
ellos bajo un paraguas. Miquel Àngel Borràs, conseller de Medi
Ambient del Consell, asistió al acto, que contó con el apoyo de la
Oficina de la Caça.
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