El jefe de Urgencias y UCI, Joan López, es el primer sancionado de la instrucción.

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T. OBRADOR
La polémica del hospital de Manacor que surgió a raíz de una presunta agresión del jefe de Servicios de Urgencias y de la UCI, Joan López, hacia el supervisor Alfred Ferrando, ya se ha cobrado la primera víctima. Desde el martes pasado, López permanece suspendido cautelarmente de sueldo y empleo. Todo indica que el principal motivo por el que el hospital ha adoptado esta medida han sido las escandalosas declaraciones de López, en las que denunciaba la práctica del sorteo de enfermos, «con bolitas de papel y números», por parte de personal sanitario. En este sentido, el propio doctor calificó la práctica de «inmoral e improcedente».

Desde la suspensión, el jefe de servicio no está presente en el centro comarcal y está siendo objeto de dos investigaciones paralelas con la intervención del Ib-salut: una, por la presunta agresión y, la otra, por las manifestaciones. En un principio, la suspensión permanecerá efectiva hasta que el Ib-salut resuelva el expediente que abrió hace aproximadamente quince días. La gerencia del hospital trasladó el acuerdo de suspensión cautelar al comité de empresa (integrado por unas dieciocho personas). Por unanimidad, este órgano desistió de emitir un informe contradictorio y, por tanto, aceptó la decisión. En cualquier caso, la gerencia tiene la potestad para aplicar dicha medida transitoria.

La presunta agresión sucedió el pasado día 16 de octubre. En el mismo lugar de los hechos, el supervisor Alfred Ferrando fue objeto de un parte médico. A partir de entonces, se han multiplicado los acontecimientos. Quince de un total de diecisiete supervisores emitieron una carta a gerencia en la que amenazaban con dimitir en bloque en caso de que no se destituyera a López. En contraste, una veintena de médicos se pronunciaron a favor del jefe de Urgencias y UCI.