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Miquel Bergas Ferriol es el último pregonero que ejerce en Mallorca. Empezó a hacerlo hace casi veinte años y piensa continuar hasta que la salud se lo permita, pues para él pregonar es más un placer que una profesión. «Empecé en julio de 1988. El alcalde de entonces me dijo que servía para hacer pregones porque tengo buena voz; hasta entonces había ejercido como monaguillo en la Iglesia y ya me encargaba de anunciar el nombre de los muertos y hacer sonar las campanas. Para hacer bien mi trabajo estudie el recorrido. Repito cada pregón en las 37 esquinas que tiene Maria, y a veces añado trozos de calles y varió un poco la ruta», explica Miquel.

Miquel cree que aunque las nuevas tecnologías avancen los pregones son la forma más efectiva de difundir una noticia en un pueblo pequeño como es Maria, y defiende la existencia de esta figura que en Mallorca está en peligro de extinción. «Hay semanas en las que no hago ningún pregón y otras en las que hago tres, depende. Generalmente son noticias sobre la tercera edad, excursiones que organizan o fiestas, y otras sobre cenas de todo el pueblo o anuncios del Ajuntament».

En total Miquel tarda una hora o una hora y media en informar al pueblo de una noticia, «depende de lo que me enrede la gente», dice. El megáfono, la furgoneta municipal y el papel informativo del Ajuntament son todas las herramientas de que dispone Miquel para hacer de pregonero. «Trabajo en la brigada de mantenimiento del Ajuntament y nunca he cobrado un pregón, son gratis. Suelo hacerlos en horario de trabajo pero si tengo que hacer alguno en vacaciones no me importa porque me gusta hacerlo».