TW
0

El reconocido prestigio de la Fira de s'Oliva de Caimari, que este año cumple su VIII edición, hizo que la pequeña localidad no pudiese absorber los miles de visitantes que se acercaron hasta la localidad en sus coches privados. Ya en la rotonda de Llubí, en Inca, empezaba el atasco que no terminaba hasta Caimari.

Durante el trayecto por la carretera, llegando a Selva, agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional informaban a los conductores que no quedaban plazas de aparcamiento en el pueblo de Caimari y que la carretera estaba colapsada. Por esa razón, fueron muchos los que optaron por dar media vuelta y desistir de visitar la feria.

El alcalde de Selva, Joan Rotger, opinó al respecto que «debemos buscar una solución a este problema. Lo mejor sería habilitar un aparcamiento en Selva y poner un autobús para acercar a la gente hasta Caimari».

En Caimari, el ambiente no era mucho más tranquilo. Cientos de personas recorrían sus calles parándose en los múltiples stands que se colocaron en la plaza y las calles adyacentes. Muestras de diferentes tipos de embutidos, frutos secos, vinos, productos de la tierra y, sobre todo, aceites, hicieron que los visitantes pudieran degustar infinidad de productos.

Por la mañana, se realizó el tercer concurso de perros amaestrados para recoger a las ovejas en el que participaron doce pastores y ganó el catalán Hilari Novillo. La tafona antigua, la sitja del Parc Etnòlogic y la muestra de elaboración de palma, llamaron la atención de muchas personas que visitaron la feria.