El papa Benedicto XVI celebró ayer otro gran acto antes de abandonar Alemania.

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AGENCIAS-COLONIA
El papa Benedicto XVI se despidió ayer de su patria alemana expresando la esperanza de que la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Colonia haya dado a conocer una Alemania de valores, muy distinta de la que causó tanto mal en el siglo XX.

«Todos somos conscientes del mal producido por nuestra patria en el siglo XX y lo reconocemos con vergüenza y dolor», dijo el pontífice en el discurso de despedida a autoridades civiles y religiosas de Alemania, pronunciado antes de tomar el avión.

En estos días «se ha puesto de manifiesto otra Alemania, un país de valiosos recursos humanos, culturales y espirituales», siguió diciendo el Papa, quien se congratuló de que los jóvenes llegados a Colonia hayan tenido oportunidad de conocer esa realidad y expresó el deseo de que los valores germanos «vuelvan a irradiar en el mundo».

Durante los cinco días que duró la Jornada Mundial de la Juventud, «Alemania ha sido el centro del mundo católico» y el Santo Padre señaló que «los jóvenes de todos los continentes y culturas...han hecho visible una Iglesia joven, que con imaginación y valentía...busca una humanidad más justa y solidaria».

El Papa se congratuló especialmente de los diálogos mantenidos durante su visita con representantes de otras confesiones cristianas y de otras religiones.

A partir de ahora dijo esperar «que se intensifique el compromiso común (entre las iglesias) de formar a las jóvenes generaciones en los valores humanos y espirituales que son indispensables para construir un futuro de libertad y paz verdadera».

Tras agradecer el esfuerzo de todos los que participaron en la organización de la jornada, y antes de «invocar abundantes bendiciones divinas para un futuro de serena prosperidad, de concordia y de paz», el Papa contó que abandona su país «con el corazón henchido por las emociones y recuerdos de estos días».

Asimismo, el papa Benedicto XVI condenó ayer el «boom de lo religioso», que transforma la religión en «producto de consumo» ante los más de un millón de fieles que asistieron a la misa de clausura de las Jornadas Mundiales de la Juventud de Colonia.