Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos) han demostrado, en nuevos experimentos con estimulación cerebral magnética en personas con síndrome de piernas inquietas (SPI), que esta enfermedad se debe a la excitación e hiperactividad en la corteza motora del cerebro, responsable del movimiento de las piernas.
Los científicos señalan que sus hallazgos, publicados en la revista Sleep Medicine, pueden ayudar a idear formas más seguras y efectivas de tratar el SPI y la privación crónica de sueño que causa, usando pulsos eléctricos o magnéticos para calmar o interrumpir la hiperexcitación.
Las personas con SPI grave describen los síntomas de la afección como un impulso abrumador de mover las piernas cuando están en reposo. Pueden sentir dolor, o la sensación de gusanos que se arrastran en sus piernas, con alivio solo cuando están de pie o moviendo deliberadamente las piernas. Los efectos a largo plazo incluyen fatiga, ansiedad y depresión, muchos de los cuales están relacionados con la interrupción repetida del sueño profundo.
Los tratamientos estándar, que pueden tener efectos secundarios significativos, incluyen medicamentos que se comportan como el neurotransmisor dopamina, opioides y medicamentos anticonvulsivos. Aunque muchas afecciones, como la enfermedad renal y la diabetes, se han asociado con el SPI, las raíces neurológicas de la afección han sido objeto de gran debate.
El nuevo estudio, dicen los investigadores de Johns Hopkins, respalda la idea de que el mecanismo subyacente para el síndrome de piernas inquietas descansa en el centro del cerebro responsable del movimiento de las piernas. «Esencialmente, el cerebro envía la señal cuando se está preparando para mover una extremidad, incluso cuando no estás planeando moverte, por lo que tu cuerpo está siempre listo. La única manera de aliviar la sensación es moverse», explica Richard Allen, profesor de Neurología.
En el nuevo estudio, los investigadores evaluaron a 32 adultos con un diagnóstico de SPI moderado a severo y les pidieron que interrumpieran sus tratamientos durante 12 días. Reclutaron 31 controles emparejados de adultos sin antecedentes de SPI u otros trastornos del sueño. Los participantes en ambos grupos tenían una edad promedio de 58 años, y el 59 por ciento eran mujeres.
Para los experimentos, usaron la estimulación magnética transcraneal (EMT) para aplicar impulsos seguros capaces de estimular selectivamente varias regiones del cerebro que controlan el movimiento de los músculos de la mano o la pierna. Luego usaron electrodos adheridos a estas extremidades para medir las respuestas musculares durante tales estimulaciones en aquellos con síndrome de piernas inqietas y en el grupo de control.
Emparejar dos pulsos como estímulo puede causar una reacción o suprimir/inhibir una reacción en un músculo dependiendo del tiempo entre los dos pulsos. Los investigadores observaron un tipo de pulsos apareadas excitatorias y dos tipos de pulsos inhibidores, los intervalos cortos y largos.
Para cada análisis, los investigadores tomaron la relación de las respuestas. Las proporciones fueron mayores en la pierna para las personas con SPI (0,36 en comparación con 0,07 para las personas sin SPI) cuando se observan los pulsos de intervalo largo inhibitorio, pero no con los pulsos de intervalo corto. Dijeron que no vieron una diferencia en los pulsos de excitación en las piernas.
«Esto básicamente significa que la inhibición se reduce o se debilita en las personas con síndrome de piernas inquietas en comparación con las personas sin esta afección. La respuesta reducida significa que la región del cerebro que controla las piernas muestra una mayor excitabilidad cortical en la corteza motora», apunta Rachel Salas, M.D., profesora asociada de Neurología en Johns Hopkins.
En un conjunto separado de experimentos que miden el efecto de los impulsos emparejados administrados al cerebro en la región que controla la mano, no encontraron diferencias reales en las proporciones de cualquiera de los pulsos inhibitorios, intervalos cortos o largos, entre las personas con SPI y las que no la condición. Pero los investigadores dicen que encontraron que las relaciones recogidas de los músculos de la mano usando pulsos excitadores fueron menores, 1,01 frente a los controles con una proporción de 1,85.
«Las mediciones de los músculos de la mano muestran que la actividad en el cerebro se reduce en la región que controla la mano en personas con síndrome de piernas inquietas en comparación con los controles», añade Salas.
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