Una práctica de riesgo que se está poniendo en marcha en algunas fiestas privadas. | Pexels

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El chemsex consiste en el consumo intencional de drogas para tener sexo durante un largo periodo de tiempo, desde varias horas hasta varios días. Una práctica de riesgo que se está poniendo en marcha en algunas fiestas privadas y que los expertos alertan de su peligrosidad.

La palabra chemsex es un neologismo de la expresión inglesa chemical sex, sexo químico es español. Esta fiestas se suelen celebran de forma privada y en ella abundan las drogas sintéticas y el único objetivo es tener sexo entre los asistentes durante toda la noche o, incluso, durante todo el fin de semana.

Las drogas más utilizadas durante estas sesiones son la mefedrona, la metanfetamina y el GHB, que inciden directamente en la experiencia sexual y que muchas veces se consumen por vía intravenosa. Además, estas se combinan con otras sustancias como MDMA, popper, cocaína y fármacos para la disyunción eréctil.

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Los principales riesgos de esta práctica son los propios de las drogas y los de mantener relaciones sexuales sin protección. Los expertos afirman que esto produce que aumente los casos de contagio de VIH y de hepatitis.

Por este motivo, el Hospital Clínic ha lanzado un programa para «captar» a usuarios de chemsex, coincidiendo con el Día Mundial contra el Sida, ya que en 2017 el 43 % de los infectados por VIH tratados en este centro barcelonés reconocieron haber tomado estupefacientes durante el acto sexual.

La Unidad de VIH del Clínic atiende a 6.000 personas en tratamiento infectados con el VIH, y en 2017 hizo encuestas epidemiológicas a 1.100 de estos pacientes, en las que el 43 % admitió haber consumido drogas en el contexto del sexo y el 25 % afirmó haber tomado incluso metanfetamina, mefedrona o GHB, estupefacientes que suelen utilizarse en el sexdopaje (chemsex).

Por ello, este hospital ha decidido conformar un «equipo multidisciplinar», en el que participan médicos, enfermeras, psicólogos, psiquiatras y especialistas en urgencias hospitalarias, para identificar a usuarios de estas prácticas sexuales y, así, parar «la cadena» de infecciones derivadas de las mismas.