Yunke durante una actuación.

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Se llama Salvador Vicent, pero todo el mundo le conoce como Yunke en honor a su abuelo. Nacido en La Vilella (Castellón) en 1971, un amigo le hizo a los siete años el primer truco y a partir de ahí quedó enganchado a este mundo. El próximo viernes 6 de marzo el ilusionista de El Hormiguero traerá a Trui Teatre su espectáculo Hangar 52. Ilusiones clasificadas, en el que el espectador presenciará grandes números, desde descubrimientos de la Humanidad a la desaparición de avión incluida.

¿Es más complicado hacer grandes números que trucos con cartas?
— Todo tiene una dificultad. Para las grandes ilusiones necesitas más ingenio, y con las cartas cuenta más la técnica y la habilidad. Pero lo que prima siempre es el impacto que va a sentir el espectador.

¿Cuál es la mayor diferencia entre hacer magia en televisión o en un teatro?
— En televisión cuentas con seis minutos como máximo y en el teatro tienes una hora y media para expresarte. En televisión todo va mucho más rápido y sin matices. Además, tú miras donde dice el realizador, y en el teatro tú diriges la mirada donde quieres.

¿Estuvo más nervioso de lo normal cuando le hizo un truco en ‘El Hormiguero' a Elsa Pataky?
— Ja,ja,ja. La verdad es que cuando el invitado es alguien que te hace una especial ilusión conocerla o es muy guapa –como en el caso de ella– no es fácil controlar los nervios.

¿Los números de ‘El Hormiguero' están creados sólo para el programa?
— Desde hace unos años sí; al principio, tiraba de repertorio.

¿De qué invitado guarda un mejor recuerdo del programa?
— De Gerard Butler, el protagonista de películas como 300. Hicimos un número muy divertido y me cayó genial. Era muy simpático y cercano.

El espectador ¿se preocupa demasiado de intentar adivinar el truco?
— Depende del público. Lo más habitual es que durante los cinco minutos primeros intenten adivinar, pero luego ya se relajan y disfrutan del espectáculo. De todas formas, intentar adivinar el truco no es malo, forma parte de la curiosidad del ser humano.

¿Por qué cree que no han funcionado los programas de magia en televisión, pero sí los programas que incluyen magia?
— La magia, como todas las artes, tienen que tener su justa medida. Si en El Hormiguero fueran sólo entrevistas, experimentos científicos o magia, cansaría al espectador. Lo bueno es esa variedad para la televisión, cuyo público es también muy heterogéneo. Otra cuestión diferente es la gente que compra una entrada para asistir a un espectáculo de magia.

¿Qué le parece la utilización de ganchos o compinches en la magia?
— Estoy totalmente en contra y no existen en la magia que realizo. Eso es engañar al espectador, y el arte de la magia tiene la capacidad de sorprenderle por la habilidad del mago.

Cuanto mayor es el presupuesto, ¿más fácil es hacer grandes números?
— Con el apoyo económico puedes agudizar más el ingenio. Y ese dinero también sirve para mejorar todo el entorno, como música, vestuario, luces. Puede pasar que un espectáculo sea de más nivel porque has comprado a los creadores de magia esos efectos, pero no será un espectáculo original.

Usted ha actuado para Donald Trump.
— Sí, pero era el hijo ¿eh? Fue el año pasado, en Soria. Un hombre muy educado y encantador. Estuvimos cenando en una mesa con otras cuatro personas y fue muy agradable. Hablamos de todo.

¿Para cuándo un número a su padre?
— Risas. Nunca se sabe, pero hay conexiones por ahí y puede ser que algún día haga algo.

Más de uno le pediría que le hiciera desaparecer.
— Seguro que sí. Lo que pasa es que ahora que conozco al hijo no sabría qué pensar. Yo antes era el que solía hacer esta clase de afirmaciones.

¿Ha utilizado la magia alguna vez para ligar?
— Claro, y miente quien diga que nunca la ha usado.