La inquera Xisca Martorell (a la izquierda) y su compañera Alexandra Martínez. Ambas forman parte del equipo de Urgencias del Hospital Can Ruti de Badalona.

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Días previos al certamen de Miss Illes Balears 2010, Xisca Martorell, quien se alzaría con este título de belleza, intentaba cambiar turnos de trabajo con sus compañeras del hospital para poder asistir a ensayos y eventos junto a las otras aspirantes a la corona. Esta joven enfermera llegaría a pisar con fuerza las pasarelas de moda y participaría, dos años más tarde, en el concurso de Miss Turismo del Mundo, en Bangkok.

En la actualidad Xisca Martorell, natural de Inca, forma parte del equipo de Urgencias en el hospital Germans Trias i Pujol, de Badalona, conocido popularmente como Hospital Can Ruti.

Desde pequeña, Xisca quería seguir los pasos profesionales de su madre, quien también es enfermera. «Lo de miss fue algo pasajero e inolvidable. No es que ahora no me volviera a presentar, sino que son otros tiempos y ahora se llevan más las redes sociales. Pero de aquella experiencia me quedan muchos y muy buenas amistades», comenta.

Una gran profesional

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Xisca, que estudió en el colegio Beato Ramon Llull de Inca, tras el bachiller científico y la selectividad, marchó a Barcelona para hacer la diplomatura de Enfermería. Hace casi un año, el 4 de mayo de 2019, se casó con Gonzalo, quien trabaja como médico en el mismo hospital y se encuentra en el cuarto año de residencia de su especialidad como cirujano vascular.
La pareja está en primera línea para atender a pacientes con el correspondiente riesgo de contraer la COVID-19: «En ningún momento hemos tenido terror, ni miedo. Todo lo contrario, son momentos de mantener la calma», comenta Xisca, que ha visto morir a muchos pacientes a causa del virus. «Por muy profesionales que seamos, todo esto nos llega a afectar».

Por otro lado, Xisca y Gonzalo, en cuanto puedan, regresarán a Mallorca para ver a la familia y en el caso de Gonzalo a pescar: «Es seguidor del programa Gent de la mar, de IB3tv. Lo vemos en casa», comenta ella.

Los aplausos, una inyección de moral

Desde el inicio de la pandemia, miles de personas confinadas en sus casas salen a los balcones, ventanas y terrazas para aplaudir a los profesionales de la sanidad. Una inyección de moral, energía y satisfacción que los sanitarios reciben agradecidos, y extienden a muchos otros sectores profesionales que también están en primera línea.

Las muestras de agradecimiento a los sanitarios se reciben a diario, tanto por parte de particulares como de empresas. Es toda una inyección de moral para los sanitarios.