Por primera vez en la historia aeronáutica balear, un globo aerostático, pilotado por Ricardo Aracil, despega desde el Port de Sóller y sobrevuela el litoral del norte hasta aterrizar en una finca de Inca en un vuelo espectacular. | Julián Aguirre
El sonido de los quemadores que llenan de aire caliente el globo aerostático de Ricardo Aracil alertaba a algunos vecinos del Port de Sóller, quienes contemplaban con expectación y asombro cómo el globo se hinchaba en el párking del hotel Marina. La lona multicolor del aerostático, patrocinada por el Consell de Mallorca y Trasmediterránea, cogía forma en tan sólo unos minutos.
Se trata del primer vuelo tras el confinamiento provocado por el coronavirus del experimentado piloto y empresario Ricardo Aracil. Pero también del primer vuelo de un aerostático que despega del Port de Sóller para surcar durante casi una hora y media el litoral de la Tramuntana. Aracil fue pionero, hace 31 años en realizar vuelos con turistas. «Antes de pilotar trabajaba como guía de turistas para Nekerman. Viajar era mi pasión», comenta Ricardo, quien desvela que su primer globo le costó unos 25.000 euros, «eso fue en 1998. Actualmente tengo nueve globos, prácticamente todos patrocinados por empresas mallorquinas que apuestan por este tipo de turismo de sostenibilidad y cuidado del medio ambiente».
En pocos minutos el globo, cuya lona mide unos 2.200 metros cúbicos y toma una altura de unos seis pisos, se eleva hasta los 1.000 metros de altitud. En la pequeña cesta llevamos cinco bombonas de propano. Ricardo contacta con la torre de control del aeropuerto de Palma, que le informa de que durante toda la mañana no se prevé ninguna variación en los vuelos comerciales, además de confirmar que el globo aparece en sus radares.
Un vuelo único
Antes de subir a la cesta, Ricardo comenta que el vuelo, dentro de todas las medidas de seguridad posible, podría tener algún imprevisto y que todo dependerá de los cambios de viento. Es la primera vez que un globo saldrá del Port de Sóller y sobrevolará las montañas de Tramuntana. Un vuelo emocionante que disfruta cada segundo el experimentado piloto. «Subimos a cuatro metros por segundo y nos colocaremos entre los 1.500 y 2.000 metros de altitud», explica. Desde nuestra posición observamos, sin mover la mirada, el pueblo de Sóller, Palma y la isla de Cabrera. A nuestra derecha la zona de Banyalbufar, Andratx y hasta la Dragonera.
La visibilidad es asombrosa. A nuestra izquierda podemos apreciar Pollença y el cabo de Formentor. Precisamente la pequeña brisa nos dirige, a una velocidad de 25 kilómetros por hora, hacia el oeste, dirección Inca.
Desde tierra nos vigila, Carlos Toribio, persona de confianza de Ricardo Aracil, con quien se alzó con el sexto puesto en los Juegos Olímpicos del Aire de 2015, celebrados en Dubai. «Una de las cosas que más orgulloso me siento es de haber podido celebrar el pasado año el campeonato de Europa en Mallorca. Fue un acontecimiento con gran repercusión, y de la buena», confiesa Aracil, que estudia la posibilidad de celebrar el Campeonato del Mundo en Mallorca. «He volado en varios continentes, en EEUU, México, Dubái, Japón, Rusia y toda Europa. Y he visto lugares increíbles, pero ninguno supera a Mallorca».
Tras casi una hora y media aterrizamos en un campo de Inca, siendo protagonistas de una experiencia única.
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