«El kayak es como si fuese la bicicleta del mar: es silencioso, no molesta a los animales, no contamina y es muy saludable; es una actividad que le recomendaría a todos aquellos que amen estar en contacto con la naturaleza», señala el manacorí Pep Juaneda, guía desde hace siete años y «piragüero desde hace 30. El médico me lo recomendó por mi escoliosis y no he parado».
Trato personalizado
Aunque la licencia le permite llevar hasta diez kayaks dobles, Juaneda prefiere realizar las salidas en grupos reducidos, «puedo estar más pendiente de los clientes, explicarles las cosas con más tranquilidad y prevenir incidentes innecesarios».
Las excursiones parten de Betlem, la Costa dels Pins o Son Real, dependiendo de la meteorología, «a mí los días libres me los da el mar», confiesa Juaneda. A primera hora, alrededor de las 8.45 horas, el grupo se reúne en Betlem. Todavía fuera del agua, Juaneda imparte una breve lección teórica, ya que el paleo sobre el kayak depende más de la técnica que de la fuerza. Durante el trayecto, de aproximadamente tres horas de duración, visitantantes y locales –la empresa dispone de una variada clientela–, disfrutan de un paisaje impresionante. Escarpados acantilados se levantan ante sus ojos mientras navegan sobre aguas de todos los tonos del Mediterráneos.
En la travesía, los exploradores realizan distintas paradas en playas y calas de difícil acceso a pie que, sobre todo, asombran a los turistas, como na Clara, Vells Marins y el Caló de Farrutx, de aguas cristalinas. Una experiencia única y difícil de olvidar.
Concienciación medioambiental
Además de pasar una mañana agradable al aire libre y conocer rincones únicos en la Isla, durante todo el trayecto los visitantes atienden a las detalladas explicaciones que Juaneda realiza sobre el entono. El guía les expone todas las funciones de la posidonia en la costa mediterránea y la importancia de mantener las praderas en buen estado. Les explica cómo se conformó el cambiante paisaje del que disfrutan a lo largo de la excursión. Cuando los visitantes le preguntan sobre la presencia de motos de agua y yates fondeando en un espacio natural protegido, Juaneda no sabe muy bien qué responder: «Me lo preguntan habitualmente y, la verdad, es difícil darles una respuesta lógica».
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