Alejandro Bellapart es abogado, palmesano y padre de tres hijos. Es, además, viajero de larga distancia, al que le atrae África, a donde va, no por placer, sino por solidaridad. Nos contaba ayer, desde Monrovia, la capital de Liberia, a donde ha ido para entregar ropa, y más cosas, a un orfanato en el que viven 58 niños, «que es un país muy pobre, donde no falta la corrupción, debido a lo cual muchas ONG se han marchado muy a pesar de los esfuerzos de su presidente, el exfutbolista George Weah, (Mónaco, París Saint Germain, Milan, Chelsea, Manchester City y Olimpique Marsella, además de Balón de Oro 1995), que hace todo lo que puede por sacar el país adelante, igual que su mujer, a través de la fundación que tiene. Pero es que aquí las carencias y falta de medios son siempre superiores al esfuerzo que puedas hacer para contrarrestarlos».
Liberia es un país, vecino de Costa de Marfil, donde a principio del siglo XIX, tras conseguir la libertad, se instalaron esclavos norteamericanos que habían sido liberados como tales, que buscaban horizontes lejanos… ¿Y qué mejor que este país de negros, como ellos, cuyas costumbres eran parecidas a la suyas…? Es más, no solo, a instancias del gobierno de Estados Unidos, se instalaron allí, sino que, además, en según qué zonas, esclavizaron a sus habitantes. Sí, así ocurrió.Exesclavos norteamericanos viajan a ese país africano, al que llaman Liberia –por la libertad que ahora tienen–, donde esclavizan a los nativos, convirtiéndose ellos en los señores. Incluso visten ropas de señores y se construyen casas parecidas a las de los señores que los tenían esclavizados en América. Claro que eso solo fue al principio. Ahora, unos y otros –salvo unos pocos, como sucede siempre–, son iguales, y encima el país, entre luchas internas que a veces han desembocado en guerras civiles, unido a la falta de recursos, o con recursos, pero que ellos no saben explotar, anda en el vagón de cola del tren los países más pobres del mundo.
Por qué lo hace...
Por eso está ahí Alejandro Bellapart. Por eso, y porque habiendo alcanzado un nivel social y económico que le permite vivir con su familia sin aprietos, dedica el dinero que no necesita a obras sociales en África, y más concretamente en Liberia, «pues, como digo, lo que me sobra prefiero repartirlo entre los que no tienen nada, a los que la vida no les ha dado ninguna oportunidad. Así me siento más feliz que acumulando bienes, o comprándome un coche nuevo cada año, o saliendo a cenar a los mejores restaurantes… Realmente, vine a África porque, según mis noticias, Costa de Marfil estaba muy mal en todos los aspectos, pero un buen amigo mío costamarfileño, el Dr. Abou Bamba, Alto Comisionado de la ONU en Medio Ambiente en el Oeste de África, me dijo que el país más necesitado de todos es Liberia. Desde entonces, vengo tres o cuatro veces al año. Y viajo con lo que voy a donar, porque así se dónde va a parar todo, ya que de lo contrario se pueden perder muchas cosas y otras quedarse por el camino. Incluso aquí he creado una Fundación, a través de la cual encauzo mis donaciones, y… Pues igual me preguntas que por qué no doy lo que dono aquí a la gente necesitada de Mallorca, donde a veces también he cargado el coche con comida que he repartido entre personas que no tienen nada… Pues si no lo hago en la medida en que lo hago aquí, viajando tres o cuatro veces al año, incluso trayendo a mis hijos para que vean que no todos los chicos tienen la suerte que ellos, es porque pienso que Mallorca es rica, y porque allí hay autoridades que tienen la obligación de dedicar su tiempo y el dinero del presupuesto del Govern, que sale de nuestros bolsillos, en actuaciones sociales que favorezcan a personas y familias que viven en la más absoluta pobreza. En cambio, aquí, no hay nada de eso. Basta con decir que en el orfanato viven 58 niños y solo tiene 19 camas, y una docena de ellas sin colchón, que los voy a tener que ir a comprar mañana, igual que un televisor, ya que el que traía desde Mallorca, junto a un DVD y cintas varias, se me ha roto durante el accidentado viaje que hemos tenido. Aparte, no abunda la comida ni hay luz… Bueno, en el orfanato hay más tiempo de luz, porque tienen un generador, que en el resto de casas de la ciudad, por carecer de él. Porque por no tener, ni duchas tenemos, por lo cual me tengo que lavar con el agua que coloco en una palangana… Y en cuanto a dormir, lo hago en el orfanato dirigido por Mother Victoria, pues otro lugar no hay…».
Como quien dice, Alejandro acababa de llegar, y lo había hecho con retraso, «pues al iniciar el descenso para aterrizar en el aeropuerto de Monrovia, el piloto nos dice que hemos de regresar a Freetwon (Sierra Leona), debido a que hay problemas. Una vez ahí, nos dice que si queremos podemos volver a Casa Blanca, y los que no quieran… Pues que nos busquemos la vida. Todos los pasajeros deciden regresar a Casa Blanca, excepto tres: un liberiano que había huido de la guerra que se declaró en el país hace 30 años, y que ahora regresaba a reencontrase con su familia, una joven norteamericana de origen indio, y yo. Decidimos alquilar un coche con chófer, que en diez horas nos dejó en nuestro destino. ¡Ah!, bueno… ¿Que por qué no pudimos aterrizar en Monrovia, la capital…? Pues porque un grupo de trabajadores del aeropuerto, que por cuestiones laborales se habían puesto en huelga, cortaron las comunicaciones entre la torre de control y el único avión que iba a aterrizar esa tarde, que era el nuestro. Por eso nos desviaron… ¡Cosas de África!»
Alejandro permanecerá en Liberia durante una semana, tomando nota de lo que les falta a los chavales del orfanato, para en un próximo viaje, traérselo. También tomará nota de otras carencias de otras personas por si puede ayudarles. Porque lo que es divertirse… Poco hay para divertirse en ese lugar del mundo, en el que poco caso hacen de la pandemia, pues pocas mascarillas se ven, «pero, eso sí, para entrar tienes que hacerte un test de antígenos».
1 comentario
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Solo puedo decir,GRANDE GRANDE GRANDE!!!!!!!