Una marea humana rodea a un ‘cavaller’ durante el espectacular Caragol des Born, en Ciutadella. | Gemma Andreu

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Tres años después, más de mil días de paciente espera, puede parecer una eternidad. Y para los ciutadallencs y la gente con espíritu santjoaner debe serlo. Pero el primer toque de tambor y el sonido del fabiol hicieron hervir de nuevo ayer los sentimientos de la fiesta de Sant Joan, cuando a las 14 horas el caixer senyor, Borja Saura García, dio permiso al fabioler, Sebastià Salort, para iniciar el repliegue de caixers y cavallers de la qualcada. Hacía un par de horas, o más, que las calles más céntricas de Ciutadella ya empezaban a presentar un ambiente festivo, con un ir y venir de gente desde la plazoleta de ses Palmeres hacia la plaza des Born y las calles adyacentes. «Veis, no hi ha cotxos, és lo més divertit de Sant Joan», comentaba una madre a sus dos hijos pequeños junto al Molí des Comte mientras caminaban hacia el escenario del primer acto festivo de ayer. «Qué fresquito hay aquí», afirmaba una mujer a unas amigas que hacían tertulia en una esquina, a la sombra y con un tiempo que afortunadamente mitigaba los rayos del sol. Por su parte, las tiendas despachaban camisetas y pañuelos santjoaners a aquellos jóvenes que aún no habían comprado, mientras que otros con vaso de cerveza o gin amb llimonada en mano empezaban a celebrar el inicio del primer día de Sant Joan. Por otra parte, una pareja de extranjeros de avanzada edad pedían dónde estaba Can Simó...

Hacia las 13 horas, el tramo de la calle Santa Clara donde se levanta Can Simó estaba literalmente custodiado por una auténtica multitud, que quería ser espectador privilegiado de la llegada del fabioler Sebastià Salort y también para poder acceder a la casa, que ayer mediodía se convirtió en el epicentro de la fiesta de Sant Joan. Durante todo el rato el inmueble concentró toda la atención. En la primera planta, el caixer senyor, Borja Saura, y su familia atendían a las personas invitadas, el calor dominaba toda la casa y ni las ventanas abiertas ni los abanicos conseguían rebajar la temperatura. En la planta baja, se agolpaban docenas de personas que entonaban uno tras otro cánticos festivos, sin detenerse ni un momento.

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Momento en el que el ‘caixer senyor', Borja Saura, recibe al ‘fabioler', Sebastià Salort, en Can Simó.

Cinco minutos antes de las 14 horas llegó el fabioler, entre la gente que en la calle le daba paso, ante la alegría de los presentes porque poco a poco se acercaba el momento más esperado. Sebastià Salort subió la escalera hasta situarse frente al caixer senyor y, rodeados de un silencio absoluto, le dijo: «Bones tardes, senyor caixer. Em donau vos permís per començar el replec?». «Sí, Sebastià, tens el meu permís, ves a començar el replec». «Així ho faré». Y el primer toque de tambor hizo estallar la alegría más absoluta. Empezaba la fiesta de Sant Joan.

Poco después, la fiesta resurgió en la Plaça des Born. Sant Joan ya estaba en marcha desde hacía unas horas, pero faltaba la entrada en escena, en todo su esplendor, del que sin duda es uno de los protagonistas de la celebración, el caballo. Quedaban 15 minutos para las seis de la tarde cuando los miembros de la qualcada empezaron a desfilar por el Carrer Major des Born. El esperado momento estaba cada vez más cerca y la emoción se respiraba en el ambiente cada minuto que pasaba después de mucho tiempo sin Caragol des Born.